Revista Digital de Ciencias Bezmiliana ISSN:1989-497X
Cecilio BARROSO RUIZ (coordinador)
Francisca MEDINA LARA
Deborah BARSKY
Paul BOUTIE
Louise BYRNE
Sylvie DEGUILLAUME
Sophie GRÉGOIRE
Marie-Antoinette de LUMLEY
Anne-Marie MOIGNE
José Antonio RIQUELME CANTAL
Joaquín RODRÍGUEZ VIDAL
Jean-Louis VERNET

En varias ocasiones, en el Paleolítico Medio, grupos de cazadores se instalaron en la cueva del Boquete de Zafarraya. El análisis de los vestigios abandonados sobre el suelo permite reconstruir ciertos aspectos del comportamiento de los hombres de Neandertal e interrogarnos sobre la función del sitio.

EL HÁBITAT

La cavidad está encaramada en una cornisa rocosa y se introduce en un impresionante promontorio calizo que domina el paisaje a 120 m por encima del thalweg y a 1022m de altitud absoluta. Fácilmente observable, se abre en un relieve escarpado en la base de un acantilado de 70 m de altura prolongandose hacia la base en escombrera. Pese al mal acceso, esta cavidad presenta sin embargo la ventaja de encontrarse en el habitat natural de los animales de roca, en particular la cabra de los Pirineos.
Por el conjunto de estos caracteres, la cueva evoca ciertos abrigos naturales del Sur de Francia elegidos por los Neandertales para su estancia: abrigo Mellira en Baou des Blancs en los Alpes Marítimos, abrigo de Pie Lombard (Alpes Marítimos), las cuevas de Hortus (Hérault), de Salpêtre de Pompignan (Herault), de la Crouzade (Aude) o de Portel (Ariège), así como las cuevas de Fate y de Santa Lucia superior en Liguria o la cueva de Sakaja en Georgia.

DESCRIPCIÓN DE LA CAVIDAD
Aunque se abre a un paisaje grandioso, la parte de la cueva que ha librado los vestigios se caracteriza por su carácter exiguo y sombrío. En algunos aspectos, la conformación de la sala se asimila a una gran y profunda fisura que evoca al de la cueva de Hortus a la que los Neandertales habían elegido como refugio.

Image
Fig. 1. La mayoria de los restos humanos neandertalenses se han recogido en el sector de la entrada de la cueva. La mandíbula Zafarraya 2, decubierta en la unidad arqueoestratigráfica UE 31 pertenecía a un adulto de unos treinta años.

Con una anchura que varía entre 0.5 y 3.5 my un techo bajo debido a la inclinación de la galería, la configuración del lugar no se presta de ningún modo a un habitat confortable ni a una estancia prolongada (Fig. 1 y 2).
Como en Hortus, la cavidad parece apropiada para un simple alto de caza o, como mucho a campamentos de corta duración destinados a grupos compuestos de un número restringido de individuos.
Image
Fig. 2. Una treintena de restos humanos, fracturados por el fuego se han recogido en una depresión junto a carbón y fauna, proxima a la pared derecha de la entrada de la cueva

Aunque se abre a un paisaje grandioso, la parte de la cueva que ha librado los vestigios se caracteriza por su carácter exiguo y sombrío. En algunos aspectos, la conformación de la sala se asimila a una gran y profunda fisura que evoca al de la cueva de Hortus a la que los Neandertales habían elegido como refugio.
Con una anchura que varía entre 0.5 y 3.5 my un techo bajo debido a la inclinación de la galería, la configuración del lugar no se presta de ningún modo a un habitat confortable ni a una estancia prolongada (Fig. 1 y 2).
Como en Hortus, la cavidad parece apropiada para un simple alto de caza o, como mucho a campamentos de corta duración destinados a grupos compuestos de un número restringido de individuos.

Aunque más expuesto que la parte profunda de la caverna, el porche ofrece no obstante una superficie habitable de una centena de metros cuadrados.

MEMORIA DE LA EXCAVACIÓN EN EL BOQUETE DE ZAFARRAYA

    Apuntalamiento o muretes. Demasiado dispersas para constituir enlosados, se puede estimar que han sido introducidas de manera fortuita por los cazadores paleolíticos tras sus frecuentes desplazamientos entre el exterior y el interior del habitat.
    Esta ausencia de acondicionamiento, muy habitual en los habitats musterienses, donde no se observa una gestión espacial del espacio doméstico. El registro durante la excavación de cada uno de los vestigios y el análisis de los planos de repartición muestran una distribución aleatoria del material desde la entrada hasta el fondo, sin reagrupamientos preferenciales de los vestigios. Alguna vez se ha podido señalar la    utilización de la entrada de manera preferencial en lo concerniente a los hogares. El conjunto del espacio habitable ha sido utilizado.
    Solo los carbones parecen más abundantes hacia la entrada, cerca del porche, en un sector susceptible de haber albergado hogares.
    Estamos pues en presencia de un hábitat en el que los hombres han morado sin consagrar tiempo al acondicionamiento destinado a  mejorar su confort o de instalaciones técnicas y sin preocuparse de administrar el espacio.

    LA ELECCIÓN DEL SITIO
    Entre las diversas cavidades que ofrece el promontorio, es la cueva del Boquete de Zafarraya, quien pese a sus dimensiones reducidas se     presta más a una ocupación humana. La cavidad, demasiado estrecha y sombría, no parece haber sido elegida por sus cualidades aunque     sí por su localización geográfica.
    Los desplazamientos de los hombres en busca de alimentos pudieron reducirse al mínimo, ya que la cabra de los Pirineos debían poblar     el promontorio rocoso en el que se situa la cueva. Desde el porche la vista abarca varios kilómetros en dirección de un paisaje accidentado,     compuesto de sierras elevadas y de valles encajados en los que debía circular la caza. A 400 m de la cavidad, el puerto de Zafarraya permite     un acceso rápido al polje de Zafarraya, una amplia depresión kárstica rellena de sedimentos cuaternarios. Este puerto debía constituir, en     los tiempos prehistórico, el paso obligado de numerosas manadas de animales.
    La cueva del Boquete de Zafarraya ocupa pues una posición privilegiada que permite el acceso a cuatro nichos ecológicos: los acantilados     calizos, las montañas más o menos abruptas, el polje y el paisaje alomado del flysch de Colmenar-Periana.
    La elección a favor de esta cavidad también pudo ser favorecida por la disponibilidad de sílex accesible en el mismo entorno, aunque de     mediocre calidad. Los cazadores paleolíticos tan solo hicieron un uso oportunista de esta roca, privilegiando los sílex de origen lejano para     la fabricación de sus útiles y que ellos transportaban en sus desplazamientos.


    PERIODO DE OCUPACIÓN
    El análisis de restos de fauna y en particular la edad de abatimiento de las jóvenes cabras, permite estimar el periodo del año correspon    diente al paso de los hombres. La mayor parte de las jóvenes cabras consumidas tienen menos de tres meses o un poco más de un año. El     periodo de parto de las hembras comienza en el mes de mayo y dura hasta el inicio del mes de junio. Las cabras muertas a una edad     inferior a tres meses o con un año y algunos meses no pueden haber sido cazadas más que durante el periodo estival.
    En todas las unidades arqueoestratigráficas, las poblaciones de cabras se corresponde a grupos de hembras, acompañadas de sus cabritos     del año o del año anterior, que se pueden cazar en los acantilados hacia el inicio del verano.
    Algunas excepciones pueden señalarse: en la gran unidad arqueoestratigráfica UG, la más antigua, los machos son cazados pero se les     encuentra siempre asociados a jóvenes individuos. Se trata pues más de una modificación puntual del comportamiento de los cazadores     que de un cambio en su ciclo de desplazamientos estacionales.

    ALTERNANCIA DEL HÁBITAT DEL HOMBRE Y DE LOS GRANDES CARNÍVOROS.
    Según los vestigios conservados sobre el suelo, la caza de los herbívoros debía constituir la principal fuente de subsistencia de los ocupantes de la cavidad. La presencia de huesos y de útiles líticos en todos los niveles del complejo estratigráfico medio dan la impresión de una     ocupación humana constante. A veces, la subdivisión del relleno en pequeñas unidades arqueoestratigráficas muestran diferencias sensibles en la proporción relativa de los diferentes elementos que componen el material arqueológico.
    Algunos niveles demuestran bien la presencia del hombre: los huesos de cabra son aquí abundantes (hasta el 90%), los vestigios de industria humana bastante densos. Los carnívoros, siempre presentes no ocupan más que un lugar marginal. Las piedras desplazadas     involuntariamente por los hombres en sus desplazamientos por la cueva, están presentes en los niveles antrópicos.

COMPORTAMIENTO Y MODO DE VIDA DE LOS NEANDERTALES DE LA CUEVA DEL BOQUETE DE ZAFARRAYA
Sin embargo otros niveles, están dominados por la presencia de los carnívoros (más de 25% de los restos). Los restos de cabra contabilizan un porcentaje relativamente débil (70%) y los objetos tallados son muy escasos. Así pues, la cavidad ha conocido dos tipos de ocupación, de un lado la humana y del otro la animal, en alternancia, durante toda la
secuencia del Paleolítico medio representado en el yacimiento.
En cantidad absoluta, la débil cantidad de vestigios producidos por el hombre indican una estancia de los Neandertales de corta duración.
El número mínimo de cabras abatidas por niveles varía de 1 a 10 individuos, lo que corresponde a un alto de caza de varios días.
En un momento no lejano, los grandes carnívoros y los otros animales carnívoros pudieron rápidamente reemprender la posesión de la cavidad, atraidos por los restos que cubrían el suelo recientemente abandonados por el hombre.
La rapidez de este ciclo, aliada a la lentitud de la sedimentación y a los procesos post deposicionales, ha provocado efectos de palimpsesto, impidiendo que algunos niveles sean difícil de atribuir al hombre o a los carnívoros.
Los carnívoros que frecuentaban la cavidad mayoritariamente eran panteras, salvo en los niveles superiores donde los restos de cuones les superan. Hemos de señalar la rareza de los osos pese a que son residentes habituales de este tipo de sitio.
Los cuones están representados por raros individuos en los niveles superiores. Por el contrario la pantera ha ocupado la cavidad de manera intensiva y durante una larga duración: las unidades arqueoestratigráficas caracterizadas por su presencia comprenden los restos de varios individuos a veces con conexiones anatómicas que evocan la imagen de carcasas descomponiéndose sobre el suelo.


PUNTOS DE AGUA
Si el origen de la alimentación cárnica parece evidente, sin embargo es delicado estimar los puntos de agua a los que los hombres tenían acceso.
El polje de Zafarraya que se presenta como una amplia depresión debía ciertamente conservar capas de agua. En nuestros días, una fuente de agua cálida surge a unos 1500 m de la cavidad pero nada confirma su presencia en los tiempos paleolíticos.
Es posible que los charcos de agua resultante del goteo del interior de la misma cavidad hayan sido suficiente para la necesidad de un grupo restringido, resolviendo de este modo el problema del transporte. Hoy día algunas goteras proporcionan hasta 1.5 litros de agua al día. En las capas in situ , restos de moluscos terrestres y de anfibios testimonian un ambiente húmedo. El estudio de la avifauna revela la presencia de paisajes de medios localmente húmedos.
La zona del Boquete de Zafarraya presenta hoy día una pluviometría muy intensa en oposición a la sequedad existente en toda la región.
Es posible que durante el Paleolítico este carácter de la pluviometría local ya existiese y fuese conocido por los hombres.

APROVISIONAMIENTO DE MADERA
Los carbones de madera y las cenizas repartidas en los diferentes niveles arqueológicos muestran que los neandertalenses encendían fuegos en la cavidad. Este hecho, casi sistemático en los yacimientos musterienses, trae la cuestión del encendido y sobre todo el mantenimiento del fuego. Ningún indicio de la primera de estas operaciones nos ha llegado.
Una vez encendidos, los hogares debían ser alimentados. Testimonios de los combustibles elegidos, los carbones de madera encontrados en las capas se corresponden frecuentemente de enebro, árbol que se presentaba en los alrededores inmediatos de la cavidad. Se encuentra igualmente restos de combustión del olivo salvaje, del arce, de encina y de pino.
Estas especies testimonian en primer lugar la cubierta vegetal próxima a la cavidad. Es poco probable que los hombres hayan operado una elección en función de la calidad de los combustibles.. Debían recoger las maderas más abundantes y de fácil acceso, ahorrándose un trasporte a larga distancia.
No hay que descartar la posibilidad de que ciertos combustibles fuesen los desechos de la fabricación de útiles en madera o de elementos constitutivos de una estructura de la que ningún vestigio nos ha llegado. El enebro por ejemplo es una madera fácil de trabajar y la dureza del olivo es bien conocida. Las trazas de uso reveladas sobre los útiles en piedra prueban que el trabajo de la madera constituía una de las actividades a las que se dedicaban los hombres en sus periodos de estancia en la cavidad.

MEMORIA DE LA EXCAVACIÓN EN EL BOQUETE DE ZAFARRAYA
    APROVISIONAMIENTO DE SÍLEX
    El comportamiento de subsistencia de los ocupantes de la cueva del Boquete de Zafarraya se nota a partir de las materias primas utilizadas     para la fabricación de su utillaje lítico. La determinación del origen geográfico de las rocas talladas, utilizadas después abandonadas sobre     los suelos de ocupación de la cueva, es un medio para definir un territorio de circulación, ligado a la adquisición y a la economía de la     materia prima.
    Los resultados del estudio petroarqueológico, obtenidos en los diferentes niveles de ocupación de la cueva, hacen posible la esquematización     de los comportamientos socioeconómicos de los hombres en un periodo dado (Musteriense) y en una región precisa (Sierra de Alhama).
    Varios yacimientos de sílex disponibles en la proximidad de la cueva (a menos de 5 km), hacen de este habitat estacional un lugar de     residencia privilegiado. En torno al 15% de las piezas de la industria lítica fueron fabricadas a partir de estos tipos de sílex locales.
    Dos yacimientos de una gran importancia, Alcolea y Alfarnate, ofrecen sílex que permiten una muy buena talla, forman parte del entorno     próximo a la cueva aunque un poco más alejados (7 y 12 km) que los yacimientos precedentes. Este tipo de aprovisionamiento, menos     local sin ser por ello calificado de alóctono, concentra más de 80% de las piezas de la industria musteriense.
    La distancia máxima de circulación ligada a la adquisición de materia prima es de 12 km solamente. Esta distancia se inscribe de hecho     dentro de la tendencia de los yacimientos musterienses en general, puesto que los desplazamientos concernientes a las materias primas     raramente sobrepasan 15 km alrededor del sitio. Algunas excepciones empujan los límites de los territorios de explotación de los     neandertalenses hasta 100 km pero son muy raros y se inscriben dentro de condiciones particulares (J. Féblot-Augustins, 1997).
    Globalmente, el esquema de aprovisionamiento podría relacionarse al de ciertos sitios musterienses del sur de Europa tales como la cueva     de Hortus (Hérault) donde las materias primas provenían de 2 a 6 km (J.P. Bard, 1972), el abrigo de Canalettes (Aveyron), de menos de     10 km (L. Meignen, 1993), las cuevas de la Crouzade y de los Ramandils (Aude) menos de 15 km (S. Grégoire, 2000) o el abrigo Romaní     (Cataluña), menos de 10 km (E. Carbonell y R. Mora, 1985).
    El comportamiento de los Neandertales que ocuparon la cueva del Boquete de Zafarraya difiere al de los musterienses de otros sitios en     el sentido de que los yacimientos más explotados no se sitúan en la proximidad inmediata del habitat pero si entre 5 y 20 km, zona
    definida por J.M.Geneste como la “zona intermedia”, lo que la sitúa entre el “espacio doméstico amplio” (de 0 a 5 km) y la “zona alejada”     (de 20 a 80 km) (J-M Geneste, 1985; A. Turf, 1992).
    El esquema musteriense clásico, definido sobre la base de un conjunto de sitios de Aquitania (J-M. Geneste, 1988), pone en evidencia una     explotación masiva del sector más próximo a la cueva, en este caso “el espacio doméstico amplio”. En efecto 78 a 95% de la industria está     fabricada a partir de rocas provenientes de esta zona. Aquí las rocas más corrientes en el conjunto lítico provienen de la “zona intermedia”.
    Por regla general, las industrias musterienses comportan un ínfimo porcentaje de rocas provenientes de la zona alejada. En el Boquete de     Zafarraya, ninguna roca proveniente de este espacio ha sido identificada en la industria.
    En lo que concierne al modo de introducción tecnológico de las rocas en el habitat, la cueva del Boquete de Zafarraya va en contra de la regla     musteriense. El esquema clásico querría que las rocas provenientes del “espacio doméstico amplio” fuesen introducidas en la cueva bajo     forma de producto bruto y que en consecuencia todas las etapas de la cadena operatoria estuviesen presentes en el yacimiento. No se parece
    en nada al caso que nos concierne. Las primeras fases del debitado están ausentes, las  rocas provenientes de la zona más próxima han sido     introducidas bajo forma de soportes, incluso de productos finos (C. Barroso Ruiz, F. Medina Lara, P. Boutie et al., este volumen).
    Estos comportamientos atípicos revelado en la gestión de las materias primas nos incitan a interrogarnos sobre las funciones del yacimiento. Recordemos que la cueva no está considerada como un campamento de base sino más bien como un alto de caza estacional (C.     Barroso Ruiz, F.Medina Lara, S. Deguillaume et al., este volumen). Este tipo de ocupación implica expediciones organizadas desde el     campamento de base hacia el alto de caza, sin duda con una preparación, antes de la partida, del utillaje necesario que debía ser efectuado     en la proximidad del campamento de base, sobre los yacimientos de materia prima de Alfarnate y de Alcolea (zona intermedia) situadas     al oeste de la cueva del Boquete de Zafarraya. Los Neandertalenses aportaban entonces sobre el sitio una gran cantidad de lascas preformadas     o de útiles en sílex que habían fabricados sobre los mismos yacimientos de materia prima. La presencia de talleres de talla sobre estos dos     yacimientos parecen confirmar esta hipótesis.
    Para la renovación de ciertos elementos de su utillaje, los yacimientos de sílex del “espacio doméstico amplio” eran utilizados puntualmente. Los soportes, incluso los útiles, eran preformados sobre los yacimientos y acarreados a la cueva para su utilización.
    El abandono sobre el sitio de piezas fabricadas sobre los sílex más lejanos, aún susceptibles de ser readaptados (las dimensiones de las     piezas lo permiten), parece indicar que había una anticipación sobre la explotación posible de la materia prima, tras el abandono de la cueva para un retorno hacia el campamento principal situado en la proximidad de los yacimientos de Alcolea y de Alfarnate. Este tipo de esquema ha sido observado para el Musteriene del abrigo de la Combette en Vaucluse (P.J. Texier et al., 1998).



FABRICACIÓN Y UTILIZACIÓN DE LOS ÚTILES LÍTICOS
La mayoría de los objetos en sílex encontrados en las capas musterienses provienen de los yacimientos de Alfarnate y Alcolea que se encuentran respectivamente a 12 km y a 7 km de la cavidad. Como idas y venidas frecuentes parecen improbables, parece lógico pensar
que los hombres portaban con ellos mismos la materia prima necesaria en previsión de una estancia en esta cavidad. El estudio del origen de las rocas recogidas en cada una de las pequeñas unidades arqueoestratigráficas muestra que jamás los hombres han emprendido el
desplazamiento hacia el alto de caza sin transportar con ellos el sílex proveniente de estos dos yacimientos. Cuando se produce cada pasaje, algunas salidas hacia los yacimientos de sílex disponibles en los alrededores inmediatos de la cueva se harían necesarios para
completar su panoplia. Hay que señalar que estos sílex de acceso fácil, fueron tratados de la misma manera que aquellos que eran transportados sobre una larga distancia. Aplicando a los bloques los mismos métodos de gestión, el tallador extraía la misma cantidad de lascas levallois.
¿Bajo que forma la materia prima de origen lejana había sido trasportada; en bloques, en núcleos preformados o en productos ya debitados sobre los yacimientos de sílex? El análisis de los vestigios encontrados en la cavidad aporta argumentos favorables a la tercera hipótesis. Los hombres habrían transportado con ellos productos que habrían debitados directamente sobre los yacimientos de sílex. Un comportamiento idéntico ha sido observado por los Musterienses de la cueva de Hortus.
En la cueva del Boquete de Zafarraya, ya sea con el sílex proveniente de los alrededores de la cavidad o los de mejor calidad recolectados en los yacimientos alejados, el mismo proceso de reducción de los núcleos fue aplicado: a partir de un bloque de plano de fractura periférico, el tallador acondiciona una cara convexa que le servía para extraer lascas demasiado cortas. Esta variante del método Levallois era conocida por una gran parte de las poblaciones de los neandertalenses.
Los soportes alargados, las láminas, no estaban buscadas de manera preferencial y su obtención no era premeditada.
Entre todas las lascas disponibles, que hayan sido debitadas en el habitat o debitadas en torno a la instalación, algunas de ellas fueron retocadas y transformadas en útiles. Para esta operación, el sílex proveniente del yacimiento más lejano, situado a 12 km, fue elegido preferentemente.
Frecuentemente, el retoque fue aplicado sobre el borde de una lasca para obtener raederas. Prueba de la brevedad de las estancias, los soportes no son explotados al máximo: los hombres raramente han efectuado dos raederas sobre el mismo soporte, y aun más raramente
raederas de bordes convergentes.
Con las raederas, las muescas fueron los útiles más frecuentemente confeccionados. De uso poco frecuente, los denticulados fueron fabricados de manera muy sucinta. Los buriles y raspadores no son necesarios más que en ciertas ocupaciones pero presentan siempre un papel secundario.
El uso que los hombres hacían de estos útiles en piedra no es fácil de establecer. Eran indispensables ya que consagraban una parte de su tiempo para procurarse la materia prima, la talla y el transporte sea bajo la forma de bloques, de núcleos o de productos debitados.
El análisis traceológico muestra que estos objetos en piedra servían mayoritariamente para actividades de carnicería y para el trabajo de materiales vegetales. Las piezas no retocadas servían sobre todo para el despiece de los animales. Los hombres utilizaban las raederas y los
denticulados para trabajar la madera, puede ser para fabricar o mantener las armaduras adaptadas a su actividad principal, la caza.
Se puede considerar la posibilidad de que los útiles estuviesen enmangados. Solo las trazas de adelgazamiento que presentan ciertas lascas en sílex lo testimonian de manera indirecta. Pero las técnicas de enmangamiento eran conocidas en el Paleolítico medio tal y como muestran las trazas de brea descubiertas sobre dos objetos musterienses del yacimiento de Umm y Tiel en Siria (E. Boëda et al.,996)


LA RECOLECCIÓN
Es difícil determinar el lugar de la recolección en la alimentación de los neandertalenses. Los índices del mundo vegetal en el que los hombres han podido sacar estos recursos no están conservados más que bajo la forma de granos de polen o de carbones de madera.

    Algunas especies señaladas por el análisis palinológico no pueden dar más que recursos disponibles en periodo estival que corresponden     a la ocupación como ya ha sido establecido por el estudio de la fauna (piñones, bayas de enebro…).
    El análisis de usura dentaria muestra no obstante, hombres dotados de un aparato masticador potente, bien adaptado a la rotura de     cáscara, vainas y otras envolturas vegetales.
    Estos recursos vegetales han podido ser consumidos solo en el campamento de base y despreciados en el alto de caza como preferencia de     recursos cárnicos más fácilmente accesibles.



    LA CAZA
    La determinación de los restos óseos nos ha proporcionado informaciones sobre las especies que el hombre frecuentaba y entre las que     obtenía su alimento cárnico. Las especies faunísticas descubiertas en la cavidad provenían de nichos ecológicos variados, lo que implica
    para las capturas desplazamientos y estrategias diversificadas.
    Los animales de rocas son mayoritariamente cazados, sobre todo las cabras jóvenes. Estos individuos constituyen una caza fácil, el relieve     escarpado que rodea la cavidad pudieron ofrecer trampas naturales. Se puede imaginar grupos muy pequeños de neandertalenses atacando a estas presas en el entorno inmediato de la cueva a fin de proveer a las necesidades de una misma familia.
    En la gran unidad arqueoestratigráfica UG, la más antigua, los hombres han tenido un comportamiento diferente al que prevalece en las     unidades superiores, puesto que en vez de cabras jóvenes, ellos han abatido cabras macho. Por razones inexplicables, los cuernos óseos de
    las impresionantes cuernas de estos animales han desaparecido de los suelos arqueológicos. Esta caza necesitaba de esfuerzos más importantes del requerido para los individuos más jóvenes, lo que pudo conducir a los hombres lejos de su base.
    Entre los otros animales de roca, el rebeco no parece haber constituido un elemento de caza. Los elementos del esqueleto de este animal corresponden a una población natural, comprendiendo a individuos jóvenes, adultos y animales ancianos. Varias osamentas presentan
    una patología. En ninguna de estas osamentas, una fractura de tipo antrópica clara ha sido descubierta. Se sabe que los rebecos pueden    encontrar refugio en las cavidades naturales.
    Entre los animales de bosque, el ciervo proviene evidentemente de zonas boscosas del Polje de Zafarraya, situado a unos 200m al este de     la cavidad. Los hombres han dado muerte a una fuerte proporción de animales muy jóvenes pero también de adultos hembras y machos.
    Esta caza a cubierto, donde el acecho cuando los animales salen al descubierto, se practica individualmente o en pequeño grupo. El     abatimiento de los ciervos no ha sido más que una actividad ocasional. Los ciervos están presentes en todos los niveles arqueológicos pero
    son raramente atribuidos a más de un solo individuo por nivel.
    El único jabalí, descubierto en la unidad arqueoestratigráfica UC 19, es un joven animal muerto en verano y del que tan solo quedaba en     el suelo cuatro restos. Es difícil conocer las razones de su presencia en la cavidad. Hay que señalar un fragmento de canino muy usado
    cuya forma pudo haber sido modificada por los hombres. Su aspecto es diferente al de los fósiles que le acompañan.
    Los animales de pradera arbolada están representados por el uro. Estos herbívoros de muy gran talla están asociados a la fase más     húmeda de la secuencia musteriense: el techo de la gran unidad arqueoestratigráfica UG y las grandes unidades arqueoestratigráficas     UD y UC. La existencia de zonas forestales durante la fase cronológica se corresponde con la llegada a estos niveles de especies     vegetales detectadas en la cavidad.
    En la gran unidad arqueoestratigráfica UC, se trata de un uro adulto que ha sido consumido en tanto que los restos provenientes de la     unidad arqueoestratigráfica subyacente son los de animales muy jóvenes, seguramente más fáciles de cazar que los adultos. La caza de
    estos grandes herbívoros reviste en la cueva del Boquete de Zafarraya un carácter muy ocasional.
    Característico de los animales de estepa mediterránea, el caballo no se encontraría más que ocasionalmente en torno a la cueva. Debido     a ello, los restos de équidos son raros. No obstante los hombres han aportado a la cueva algunos elementos de carcasas de individuos
    adultos.
    El puerto de Zafarraya ha podido constituir un terreno de caza privilegiado con la migración de estos animales. En efecto, se exponían     a los cazadores neandertalenses en su paso por el puerto de Zafarraya en su desplazamiento y podían haber sido piezas fácilmente     abatibles. No obstante, los hombres de la cueva de Zafarraya, raramente atacaban a animales de más de 200 kg en razón, sin duda, de     su modo de vida. Falta series óseas suficientes provenientes de estos animales, lo que hace imposible definir su estrategia de adquisición.


COMPORTAMIENTO Y MODO DE VIDA DE LOS NEANDERTALES DE LA CUEVA DEL BOQUETE DE ZAFARRAYA
Aparece claramente que la caza de los grandes mamíferos estaba sobre todo orientada hacia las cabras de los Pirineos. De la circunstancia de su abundancia en la región, los hombres conocian particularmente bien su comportamiento. Viniendo a instalarse en familia en esta cueva, los cazadores tenían la garantía de una caza abundante y relativamente cómoda para capturar.
Es difícil saber si los carnívoros, cuyas osamentas están muy bien representadas en las series faunísticas, han sido cazados por los hombres.
En teoría, se sabe que la cueva constituía un lugar de residencia para algunos de ellos, pero por otra parte se puede admitir que los neandertales hayan buscado estos animales, si no por su carne si al menos por sus pieles.
Sin embargo, el examen de los huesos da carnívoros no revela ninguna traza de estrías o de descarnamiento de origen antrópico.
En cambio, el número de panteras parece anormalmente elevado para un yacimiento prehistórico. Es más, el perfil de edad de esta población no corresponde exactamente a una curva de mortalidad natural, en razón de la subrepresentación de los individuos adultos.
Aunque no presentan estrías antrópicas, algunos huesos de carnívoros si que están quemados: es el caso de varios caninos de lince, de osos y de panteras. Sin embargo nada permite estimar el carácter intencional de esta carbonización.
El origen natural de la presencia de otros carnívoros parece más evidente. Los restos dispersos de carnívoros de pequeña talla (lince, gato salvaje, zorro, comadreja) se encuentran en todos los niveles del relleno. Parece igualmente que los cuonidos, numerosos en la parte superior de la estratigrafía, murieron en su habitat natural.
Como en muchos otros yacimientos paleolíticos, la cuestión del consumo de los conejos se cuestiona. Muy numerosos, los restos de Oryctolagus cuniculus no presentan ninguna traza de acción antrópica. Su presencia en la cavidad puede ser atribuida a las rapaces o a
pequeños carnívoros. Sin embargo es probable que los hombres a veces hayan capturado y consumido estas presas abundantes.


DESCUARTIZAMIENTO Y TROCEADO
El análisis de los huesos libra algunos indicios sobre la manera en que los herbívoros fueron troceados.
Los huesos de las cabras adultas están bien fracturadas, pero la acción del hombre es menos clara sobre los restos de jóvenes, a menudo encontrados roidos, sin trazas de fractura.
Los huesos del esqueleto postcefálico de cabras son muy frecuentes y bien conservados. La mayor parte de los elementos del esqueleto se encuentran en el yacimiento, lo que sugiere que los animales eran introducidos enteros en el habitat. Se puede constatar la total falta de
cuernas. Esta parte del esqueleto parece haber sufrido un tratamiento particular, tras el descuartizamiento del animal ya que los otros elementos del cráneo están presentes. Estos cráneos están siempre fragmentados y los dientes se encuentras aislados.
Aunque representados por un número reducido de restos, los ciervos se corresponden a un mismo modelo de conservación. Las cuernas de ciervo están también ausentes del yacimiento.
Los huesos de estos cérvidos presentan estrías provocadas por el corte de un sílex y localizadas sobre todo en las zonas de inserción de los ligamentos, punto estratégico para desarticular estas carcasas. Los huesos largos fueron primero descarnados y posteriormente fracturados. Las primeras falanges de las cabras, demasiado pequeñas, son frecuentemente despreciadas mientras que la de los ciervos están explotadas.
Los restos de grandes herbívoros como los uros y los équidos son muy raros. Tanto por su talla como por su espesor, los huesos de estos animales pueden conservarse mejor. Todo indica que solamente algunos trozos de estos animales fueron introducidos en el habitat, los hombres habían seleccionado prioritariamente la cabeza y las patas.
Todos los huesos largos están fracturados intencionadamente y algunos presentan estrías de desarticulación o de descarnización.
Aunque raros, los huesos de grandes herbívoros parecen haber sido más explotados y fragmentados que el de las cabras.


LA PESCA
La ausencia de restos de pescado hace improbable las actividades de pesca y la rareza de conchas prueba que los moluscos no intervenían en la alimentación. Con la recogida de vegetales, la caza constituiría una actividad de la que dependía la supervivencia del grupo.



    OTRAS ACTIVIDADES
    Entre las materias primas trabajadas, la madera ha podido ocupar una plaza importante. Por razones de conservación de los vestigios, ningún indicio directo de esta actividad ha llegado a nosotros. No obstante se encuentran pruebas indiscutibles del trabajo de la madera     bajo forma de trazas de uso visible en el filo de los sílex.

    PRACTICAS CULINARIAS
    Los rastros de hogares localizados en la entrada actual de la cueva plantea la cuestión de las preparaciones culinarias. Los carbones de     madera y los huesos carbonizados están dispersos sobre el suelo del habitat. No obstante hay que señalar una fuerte concentración de estos
    vestigios en una cubeta.
    Se nota una fuerte fracturación de huesos con el objetivo de extraer la médula. Las dimensiones reducidas de las esquirlas en los niveles     superiores pueden traducir una explotación más intensa y más sistemática de todos los huesos.


    LA POBLACIÓN
    Algunos indicios permiten estimar el número de personas del grupo, el sexo y la edad de los individuos que durante algunos días     ocuparon la cavidad.
    Recordemos que lo exiguo de la cavidad no permite la permanencia de un grupo importante, 10 personas como maximo.
    Para cada una de las pequeñas unidades arqueoestratigráficas, los restos de industria son en cantidad absoluta poco abundantes, lo que     evoca actividades poco variadas y ejecutadas rápidamente. Los útiles están retocados pero sus dimensiones dejan suponer que habrían     podido ser reavivados si la ocupación se prolongaba.
    Los ocupantes de la cavidad nos son igualmente conocidos por sus propios restos óseos. Los diferentes niveles musterienses han librado     los restos de 9 a 15 individuos de tipo Neandertal, de los que 3 descubiertos por sus dientes aislados. Todos los individuos estaban en edad
    de participar en la caza salvo un niño de menos de 14 meses. Hay que señalar los restos de dos mujeres. Se percibe en el conjunto una clara subrepresentación de niños con una particular ausencia de neonatos fallecidos. Estos constituye un indicio suplementario a favor de una
    ocupación breve.
    Solo algunos individuos habrían dejado el campamento base para consagrarse a las actividades orientadas hacia la caza.


    SIGNIFICACIÓN DE LOS RESTOS HUMANOS
    El número de restos humanos descubiertos en la cueva del Boquete de Zafarraya es demasiado elevado en relación a la media de los     descubrimientos efectuados en los yacimientos musterienses.
    Como en algunos yacimientos del mediterráneo de Francia, y en particular la cueva de Hortus, los restos son fragmentarios,     encontrados dispersos y mezclados con los vestigios líticos así como con los huesos de animales. No provienen de una sepultura     (Fig. 1)
    La determinación de las partes del esqueleto recogidos en el habitat revela la actitud de ciertos grupos de Neandertales hacia sus     difuntos.
    En la cueva del Boquete de Zafarraya, se aprecia una sobrerepresentación anormal de partes del cráneo, de mandíbulas y de miembros     inferiores, que la conservación diferencial de los vestigios no puede explicar.Sobre algunos de estos huesos, la acción del hombre es visible.
    Se trata de percusión y de cortes de sílex en puntos de inserción muscular.
    Tal comportamiento no es único y se encuentra en varios yacimientos musterienses. La cueva de Hortus, por ejemplo, ha dado numerosos restos de cráneos humanos, de mandíbulas y de fémures, mientras que las costillas y las falanges aquí son raras o están ausentes
    (Lumley H. de, 1972; Lumley H. et M-A . de et al.., 1972, p. 527-624; Lumley M-A de.1972, p. 375-385).


COMPORTAMIENTO Y MODO DE VIDA DE LOS NEANDERTALES DE LA CUEVA DEL BOQUETE DE ZAFARRAYA COMPORTAMIENTO SIMBÓLICO
La cueva del Boquete de Zafarraya no ha librado ninguna sepultura, lo que es un rasgo común a la mayoría de los yacimientos musterienses.
Las excepciones mayoritariamente se dan en el sudoeste de Francia y del Próximo Oriente donde se han descubierto sepulturas, que aunque raras son incuestionables.
En la cueva del Boquete de Zafarraya, los restos humanos fragmentados provienen a la vez del fondo de la cueva y del sector de la entrada.
Muchos de los restos humanos neandertalenses se encuentran concentrados en la cubeta excavada muy cerca de la entrada, contra la pared este, en la unidad arqueoestratigráfica UG 39. De forma oval y orientación NE-SO, presenta dimensiones reducidas (40 cm x 18
cm) y una profundidad de unos 25 cm. Contenía cenizas, carbones de madera, restos de fauna y una fuerte proporción de restos humanos (32 restos), correspondiente a dos jóvenes adultos, probablemente una mujer y un hombre joven de 18 a 22 años. Sus huesos como el de
los animales que les acompañan están rotos por el fuego (Fig. 2).
Estos restos humanos presentan trazas de la acción antrópica bajo la forma de fractura intencional, de estrías o trazas de combustión.
Las osamentas han sufrido una acción de descarnamiento por medio de útiles cortantes. Esta acción ha sido ya señalada en otros yacimientos musterienses como la cueva de Hortus, el abrigo Moula, Marillac, Engis o Krapina.


CONCLUSIÓN
El yacimiento del Boquete de Zafarraya puede ser clasificado entre los habitats tipo Hortus: un habitat encaramado, ofreciendo una vista sobre un paisaje muy extenso y situado en un habitat natural de las cabras. Estos sitios ocupan un lugar estratégico en la encrucijada de varios nichos ecológicos, poco alejado de los yacimientos de sílex.
En los yacimientos de este tipo, los útiles dominantes son las raederas, aunque no muy abundantes. Ningún acondicionamiento es perceptible y se nota una gran proximidad entre la presencia humana y la de los carnívoros. En Hortus como en el Boquete de Zafarraya, los restos
humanos están presentes, en estado fragmentario, y han sido objeto de un tratamiento complejo, posterior a la descomposición de la carne.

 

BIBLIOGRAFÍA
BARD, J. - P. (1972) .- Origine des matériaux utilisés par les Moustériens. In : Lumley (de) Henry (bajo la dirección de), La grotte de l’Hortus (Valflaunès, Hérault). Etudes quaternaires, mémoire n° 1, Université de Provence, p. 513-517.
BOEDA, E., CONNAN, J., DESSORT, D., MUHESEN, S., MERCIER, N., VALLADAS, H. y TISNÉRAT, N. (1996) .- Bitumen as a hafting material on Middle Palaeolithic artefacts. Nature, vol. 380, 28 march 1996, p. 336-338.
CARBONNEL, E. y MORA, R.. (1985) .- El Paleolítico Medio en Catalunya. Revista de arqueologia , 54, octubre 1985. p. 20-31.
FEBLOT-AUGUSTINS, J. (1997) .- La circulation des matières premières au Paléolithique. ERAUL 75, Liège, 275 p., 135 fig.
GENESTE, J.-M. (1985) .- Analyse lithique d’industrie moustérienne du Périgord : une approche technologique du comportement des groupes humains au Paléolithique moyen. Thèse de l’Université de Bordeaux I, 567 p.
GENESTE, J.-M. (1988) .- Systèmes d’approvisionnement en matières premières au Paléolithique moyen et au Paléolithique supérieur en Aquitaine. En:: L’homme de Néandertal. La mutation 8. ERAUL 35, Liège, p. 61-71.
GRÉGOIRE, S. (2000).- Origine des matières premières des industries lithiques du Paléolithique pyrénéen et méditerranéen. Contribution
à l’étude des aires de circulations humaines. Thèse de Doctorat de l’Université de Perpignan, 246 p.
LUMLEY. H. de (bajo la dirección de) (1972).- La grotte moustérienne de l’Hortus. Etudes quaternaires, n°1, Université de Provence, 668 p.
LUMLEY, H. y M.-A. de, BRANDI, R., GUERRIER, E., PILLARD, F. y B. (1972).- Halte et campements de chasseurs néandertaliens de la grotte de l’Hortus (Valflaunès, Hérault). En : H. de Lumley (dir), La grotte moustérienne de l’Hortus. Etudes quaternaires, n°1, Université de Provence, p. 527-624.
LUMLEY, M.-A. de (1972).- Les Néandertaliens de la grotte de l’Hortus (Valflaunès, Hérault). En : H. de Lumley (bajo la dirección de), La grotte moustérienne de l’Hortus. Etudes Quaternaires, n° 1, Université de Provence, p. 375-385.
MEIGNEN, L. (dir) (1993) .- L’abri des Canalettes. Un habitat moustérien sur les grands causses (Nant, Aveyron), fouilles 1980-1986.

Monographie du CRA n°10, CNRS Éditions, 359 p.
NIORADZÉ, M. (1992).- Dzveli Kvis Khanis mgnime-namosakhlarebi Tskaltsitela Veobashi (Les grottes de l’époque de l’âge de la pierre taillée dans la vallée de Tskaltsitela). Tbilisi, Metsniereba, 286 p.
SOLER, N., TERRADAS, X., MAROTO, J. y PLANA C. (1990) .- Le silex et les autres matières premières au Paléolithique moyen et supérieur, au Nord-Est de la Catalogne. En : SERONIE-VIVIEN (M.R.) y LENOIR (M.) : Le silex de sa génèse à l’outil. Actes du V°
colloque international sur le silex. Cahiers du Quaternaire n° 17, tomo II, p. 453-460.
TEXIER, P.- J., BRUGAL, J.- Ph., LEMORINI, C. y WILSON, L. (1998) .- Fonction d’un site du Paléolithique moyen en marge d’un territoire : l’abri de la Combette (Bonnieux, Vaucluse). En: Économie préhistorique : les comportements de subsistance au Paléolithique.
XVIII° Rencontres Internationales d’Archéologie et d’Histoire d’Antibes, Éditions APDCA. CRA de Sophia Antipolis, p. 325-348.
TURQ, A. (1992) .- Le Paléolithique inférieur et moyen entre les vallées de la Dordogne et du Lot. Thèse de l’université de Bordeaux I, 778 p.



ISSN:1989-497X
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. ©2012 Revista Científica.