Revista Digital de Ciencias Bezmiliana ISSN:1989-497X

COMPORTAMIENTO Y MODO DE VIDA DE LOS NEANDERTALES DE LA CUEVA DEL BOQUETE DE ZAFARRAYA
Aparece claramente que la caza de los grandes mamíferos estaba sobre todo orientada hacia las cabras de los Pirineos. De la circunstancia de su abundancia en la región, los hombres conocian particularmente bien su comportamiento. Viniendo a instalarse en familia en esta cueva, los cazadores tenían la garantía de una caza abundante y relativamente cómoda para capturar.
Es difícil saber si los carnívoros, cuyas osamentas están muy bien representadas en las series faunísticas, han sido cazados por los hombres.
En teoría, se sabe que la cueva constituía un lugar de residencia para algunos de ellos, pero por otra parte se puede admitir que los neandertales hayan buscado estos animales, si no por su carne si al menos por sus pieles.
Sin embargo, el examen de los huesos da carnívoros no revela ninguna traza de estrías o de descarnamiento de origen antrópico.
En cambio, el número de panteras parece anormalmente elevado para un yacimiento prehistórico. Es más, el perfil de edad de esta población no corresponde exactamente a una curva de mortalidad natural, en razón de la subrepresentación de los individuos adultos.
Aunque no presentan estrías antrópicas, algunos huesos de carnívoros si que están quemados: es el caso de varios caninos de lince, de osos y de panteras. Sin embargo nada permite estimar el carácter intencional de esta carbonización.
El origen natural de la presencia de otros carnívoros parece más evidente. Los restos dispersos de carnívoros de pequeña talla (lince, gato salvaje, zorro, comadreja) se encuentran en todos los niveles del relleno. Parece igualmente que los cuonidos, numerosos en la parte superior de la estratigrafía, murieron en su habitat natural.
Como en muchos otros yacimientos paleolíticos, la cuestión del consumo de los conejos se cuestiona. Muy numerosos, los restos de Oryctolagus cuniculus no presentan ninguna traza de acción antrópica. Su presencia en la cavidad puede ser atribuida a las rapaces o a
pequeños carnívoros. Sin embargo es probable que los hombres a veces hayan capturado y consumido estas presas abundantes.


DESCUARTIZAMIENTO Y TROCEADO
El análisis de los huesos libra algunos indicios sobre la manera en que los herbívoros fueron troceados.
Los huesos de las cabras adultas están bien fracturadas, pero la acción del hombre es menos clara sobre los restos de jóvenes, a menudo encontrados roidos, sin trazas de fractura.
Los huesos del esqueleto postcefálico de cabras son muy frecuentes y bien conservados. La mayor parte de los elementos del esqueleto se encuentran en el yacimiento, lo que sugiere que los animales eran introducidos enteros en el habitat. Se puede constatar la total falta de
cuernas. Esta parte del esqueleto parece haber sufrido un tratamiento particular, tras el descuartizamiento del animal ya que los otros elementos del cráneo están presentes. Estos cráneos están siempre fragmentados y los dientes se encuentras aislados.
Aunque representados por un número reducido de restos, los ciervos se corresponden a un mismo modelo de conservación. Las cuernas de ciervo están también ausentes del yacimiento.
Los huesos de estos cérvidos presentan estrías provocadas por el corte de un sílex y localizadas sobre todo en las zonas de inserción de los ligamentos, punto estratégico para desarticular estas carcasas. Los huesos largos fueron primero descarnados y posteriormente fracturados. Las primeras falanges de las cabras, demasiado pequeñas, son frecuentemente despreciadas mientras que la de los ciervos están explotadas.
Los restos de grandes herbívoros como los uros y los équidos son muy raros. Tanto por su talla como por su espesor, los huesos de estos animales pueden conservarse mejor. Todo indica que solamente algunos trozos de estos animales fueron introducidos en el habitat, los hombres habían seleccionado prioritariamente la cabeza y las patas.
Todos los huesos largos están fracturados intencionadamente y algunos presentan estrías de desarticulación o de descarnización.
Aunque raros, los huesos de grandes herbívoros parecen haber sido más explotados y fragmentados que el de las cabras.


LA PESCA
La ausencia de restos de pescado hace improbable las actividades de pesca y la rareza de conchas prueba que los moluscos no intervenían en la alimentación. Con la recogida de vegetales, la caza constituiría una actividad de la que dependía la supervivencia del grupo.



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