Revista Digital de Ciencias Bezmiliana ISSN:1989-497X
Marcelo Palacios

Médico. Presidente de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI)
Miembro del Comité de Bioética que asesora al gobierno español


BIOTECNOLOGÍAS  
        Entramos en el siglo XXI con un  equipaje  excepcional  de conocimientos, técnicas, productos,  aplicaciones y líneas de investigación relacionadas  con las biotecnologías.  
        La  “biotecnología  contemporánea” toma rápidamente cuerpo desde que    en 1953  se da a conocer por  Watson y Crick la estructura en doble hélice del ADN y se establece el dogma genético un gen una proteína (hoy revisado); para entrar   hace unos 25 años   en lo que  se llamó la “Nueva Genética” (Nathans),  con  la biología molecular   en un plano relevante, y especialmente  la ingeniería genética o molecular, es decir,   la “recombinación de   genes o sus secuencias de distinta procedencia”; al final de los años 70  se desarrollan las técnicas moleculares con las enzimas de restricción  y las ligasas: con las primeras  se puede cortar el ADN en   trozos, y con las segundas unirlo con otros genes o fragmentos; y en la década de los 80   se desarrollan los vectores (virus y plásmidos), a los que pueden incorporarse  partes de ADN y transportarlas. Estamos pues, ante una auténtica revolución biológica e industrial.

    Como un paso  decisivo, el 26  de junio de 2000 Craig Venter y Francis Collins  en rueda de  prensa comunicaron haber conseguido la secuenciación del Genoma Humano (un 97 %  descifrado y un 85 % de forma precisa), y el   12 de febrero de 2001   dan a conocer que  han secuenciado todo el genoma. El avance  fue presentado   casi como panacea del diagnóstico y tratamiento más o menos definitivo de enfermedades  y como facilitador,  algún día, del alargamiento de la vida  humana, lo que sin duda alguna  no   resulta  prioritario.                                 
        A partir de ahora, y tras la secuenciación del genoma humano, a los ya existentes se    añaden campos impresionantes de posibilidades, aunque lo razonable es no despertar   expectativas inmediatas o desmedidas, pues, por una parte,   queda  una largo camino   y mucho tiempo por delante  hasta que   se conozcan las localizaciones (mapa genético) y, lo que  será de particular trascendencia práctica, las funciones de los genes aisladamente y  sus interacciones (mapa funcional), su relación con las casi 10.000 proteínas (proteómica),   y la expresión como organismos y  sus efectos sobre  estos (mapa individual y poblacional, normal o patológico).  Pero no todo es tan simple.
        No hay duda alguna que  las posibilidades dirigidas a  la investigación, a la medicina predictiva, al diagnóstico de enfermedades graves y  frecuentes,  a la   terapéutica selectiva, al logro de células,  tejidos y puede que de órganos para autotransplante sin riesgo de rechazo inmunológico (a partir de stem cells), a la terapia regeneradora etc.,  así como a la   disponibilidad de alimentos modificados genéticamente en mayor cantidad y calidad y a la protección  de los ecosistemas y la biodiversidad contra su deterioro o aniquilación,  ofrecen  un  extenso  panel tanto de realidades en marcha como  de expectativas muy atrayentes (entre las que  incluiría la eliminación de la hipótesis del racismo genético), algunas con   implicaciones éticas.  
       En la otra  cara de la moneda, no  puede ocultarse que     persisten,  incluso  empeorados, los  enormes y graves  problemas que causamos y azotaron  a la Humanidad  en la  pasada centuria,   sombras tantas veces causantes del horror y  cuyas  manifestaciones más  vergonzosas  y trágicas   nacen de la  violencia física y  psicológica, no infrecuentemente  vinculadas al uso inhumano  de la  ciencia y la tecnología, en  sus   formas  más horribles  y sutiles: (guerras, pruebas nucleares, genocidios, delitos contra la humanidad, hambre, carencia de agua potable, falta de asistencia sanitaria elemental, enfermedades  evitables -20 millones  de muertos anuales  por  las llamadas enfermedades de la pobreza-,  postergación de  la mujer, maltrato  de  la infancia  -marginalidad, orfandad forzada, explotación sexual, mercado laboral abusivo,  extracción y venta delictivas de órganos- quebranto de los valores morales, destrucción psicofísica, manipulación, mutilaciones, experimentos humanos no consentidos; un despoblamiento creciente del medio rural,   emigraciones masivas internas y externas -100 millones de  emigrantes económicos,  el 1,8 % de la población mundial, y 18 millones  de refugiados a causa de la persecución política-,  un progresivo  urbanocentrismo  y  la configuración   de megálopolis     con asentamientos periurbanos o guetos    en condiciones atroces; exterminio de poblaciones indígenas, racismo, xenofobia, etc.), degradación de la Biosfera: contaminación ambiental, desertización, pérdida de suelo cultivable, agresión a la biodiversidad, aniquilación de especies, etc.    
       La   reacción social  de  perplejidad -no exenta de orgullo por lo que es capaz el hombre- e incluso   temor  ante   hechos  tan  impactantes y provocadores moral e intelectualmente como  los  derivados de algunas biotecnologías (en particular la   manipulación genética,   la fusión celular o la clonación humana),  se acompaña no infrecuentemente del la incertidumbre sobre  si se ejercerán los mecanismo de control  debidos, y sobre todo, a quién beneficiará realmente tanto progreso.  Es el capítulo de los posibles riesgos   en su aplicación:                    
     1) Los daños al ser humano (derechos, salud y evolución):
         * a la intimidad y privacidad (recogida y archivo de datos)
         * a  la salud   
             -causación de enfermedades (tumores, infecciosas, etc.)
             -resistencia a antibióticos (betalactámicos, ampicilinas, etc.)
             -mutaciones:  a) no intencionalmente  ocasionadas;  b) buscadas
              (selección de la raza, guerreros, dóciles, ¿especiación?, etc.)
       2) La utilización discriminatoria
             -que estos avances  sirvan  a unos pocos, los que puedan pagarlos,  e incremente las diferencia y egoísmos   (como ocurre con la alimentación, medio ambiente,  etc.)  las biotecnologías  no alcanzan como debía esperarse a las poblaciones afectadas  (así,  por  ejemplo,    el  85 %  de los medicamentos los consumen los ricos, 19 % de la població mundial)
             -que por las connotaciones económicas en juego,   la industria no  dirija sus actuaciones a  las enfermedades monogénicas,  las llamadas ”enfermedades huérfanas”, de muy escasa incidencia poblacional, sino  a las poligénicas, producidas por la acción de varios genes y mucho más frecuentes, como el cáncer, la diabetes, el asma  o las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, hipercolesterinemia, etc., que siendo de gran importancia  también lo son de mayor rentabilidad industrial.
            -que los tests predictivos (seguros, trabajadores, diagnóstico de enfermedades   con agresión a la intimidad, etc.) limiten las posibilidades de los afectados o candidatos a una enfermedad genética.
            -que  provoquen desempleo masivo (puede ser el caso de la agroalimentación)        
      3) La utilización selectiva (selección racial, manipulación mental, poblaciones indígenas, guerreros o siervos, etc.).  
     4)  La producción de armas químicas y bacteriológicas exterminadoras.
     5) La liberación de microorganismos manipulados genéticamente, las mutaciones   o  patogenias sobrevenidas etc.  
     6) Daños a la biodiversidad
        -a los  animales y a sus especies.
             -a los vegetales, entre otros a la agricultura tradicional y a las áreas naturales.
             -las  alteraciones de microorganismos, nuevas cepas, etc.
     7) Daños al medio ambiente
             -la contaminación y deterioro    por los residuos producidos  
             -la  deforestación
             -la  desertización
      8)  Por último, y sin  agotar el tema,  vamos camino de dominar   a los genes,  ya  tenemos las secuencias y  los genes  humanos y de otros organismos vivos ante nuestros  ojos, podemos localizarlos, copiarlos, extraerlos, cortarlos, unirlos,   combinarlos con otros de la misma o distinta especie, y  hacerlos  realizar   funciones  que se van traduciendo    en   realidades científicas y tecnológicas. A este ritmo, algún día no muy lejano los genes estarán completamente   a disposición    del homo sapiens, que  les transformará en servidores  dóciles y  a pleno rendimiento,  y  no   parece exagerado anticipar que   acabarán siendo genes  amaestrados  que tan solo determinarán  lo que la voluntad del  ser humano decida.  En  la  hipótesis del gen dominado plenamente  en un   futuro próximo -cuando a la vez hayamos  fulminado  cualquier sospecha  de determinismo que no sea  el que nosotros mismos establezcamos-,   el ser humano que somos,  dotado para el ejercicio de la razón y que  puede  modificarse  técnicamente con  sus inventos  en lo  biológico y en  lo  psíquico -lo que me hace llamarle el  hombre antropoplasta o bioplasta-, ¿no  acabará  maniobrando con su propia existencia   y la vida hasta límites   que pudieran escapar a su  control, perjudicando  a  generaciones  futuras, acabando por destruirse torpemente o alterando su    evolución y su especie y el mundo en que habitamos?


 LA BIOETICA                                   
           El  término Bioética se debe al  oncólogo estadounidense Van Rensselaer Potter,  por otra parte un impulsor incansable  de esta reciente  materia.  
           Defino la Bioética como
        “El campo o escenario multidisciplinar, intercultural y universal del conocimiento comprometido de forma independiente, social, práctica, y a ser posible  anticipada, con el  análisis informado y la valoración  ética de las repercusiones de  la ciencia y la  tecnología sobre la vida humana y general,  con el  propósito de  orientar a que sirvan de forma efectiva y suficiente a toda la Humanidad, de ayudar a impedir su uso abusivo, y de contribuir a la resolución  adecuada de los posibles conflictos  con la persona, la sociedad y la naturaleza”.
     En suma,  
       “La convocatoria universal del conocimiento dirigida al estudio y deliberación sobre las  aplicaciones  de las ciencias  y las tecnologías desde perspectivas éticas, y a  la formulación de propuestas aplicables para la exigible humanización de aquellas, armonizando su utilización desde el máximo respeto a la dignidad del hombre y a la conservación de la Biosfera”.
      Así  la concibo,  en  particular, no  exclusivamente, porque cuanto sucede sobre la  Gaia de Lovelock, la Tierra viviente, la Matria  según lo veo yo,  se interrelaciona y condiciona,   así  que   la  Bioética,   como  instrumento convivencial, ha  de señalarse  como meta, por  otra parte siempre   variable,  la   armonización   de  los  avances científico-técnicos   con  la   vida,  estableciendo   las orientaciones que contribuyan a  salvar los conflictos que puedan  darse  entre  la  sociedad y  el  individuo  o  la naturaleza   y  los   usos  cientifico-técnicos;   lo  que podríamos plantear  como la  deseable humanización  de las ciencias.
    La Bioética ES, ante todo:
      - Una conducta vital, una filosofía existencial                       
      - Un instrumento civil, social (en otro caso, no es NADA) de suficiencias, a pié de obra
      - Un movimiento cultural mundial (Cultura Bioética) al servicio de la humanidad y la biosfera   

La Bioética NO ES
      - Un barniz o un pretexto                      
      - Un divertimento intelectual de salón
      - Un ámbito para el lucimiento personal
- Un escenario de intereses económicos personales o grupales
         - La Bioética no es un  escenario de diseño. No es un invento, sino el resultado de  una reflexión bien informada, elaborada,  compartida y continuada. La estamos haciendo entre todos.
        La configuración y puesta en escena de la Cultura Bioética es una  OPORTUNIDAD ÚNICA.

         Así que ante todo la Bioética es un    instrumento convivencial que  ha  de señalarse  como meta, por  otra parte siempre   variable,  la   armonización   de  los  avances científico-técnicos   con  la   vida,  estableciendo   las orientaciones que contribuyan a  salvar los conflictos que puedan  darse  entre  la  sociedad y  el  individuo  o  la naturaleza   y  los   usos  cientifico-técnicos;   lo  que podríamos plantear  como la  deseable humanización  de las ciencias.
          Llegados a este punto conviene recordar que  la Declaración Universal de Derechos del Hombre establece que:
     "1.Toda persona tiene derecho a  ....participar en el congreso científico y en los beneficios que de  él resulten” .  “2.Toda persona tiene  derecho a la protección   de  los   intereses  morales   y  materiales   que  le correspondan por razón de  las producciones científicas, literarias o artísticas  de que  sea autora”.
       Lo mismo aplicable  al   artículo 15.1  del Pacto Internacional de Derechos Económicos,  Sociales y Culturales,   donde  "Se reconoce el  derecho de toda  persona participar de  los beneficios del progreso científico y de  sus obligaciones".  
       Los conflictos arriba apuntados   reflejan  la  complejidad  del mundo  actual, complejidad y en la que  debe sumergirse la Bioética y aportar orientaciones útiles,   cuestión nada sencilla, por:  1),  el relativismo ético; 2),  los intereses a menudo en juego, y más o menos larvados o enmascarados, ante los que la Bioética no puede permanecer neutral, pues si apostara sin más por los económicos acabaría en la máquina calculadora, y si lo hiciera por  los aherrojadamente ideológicos o confesionales,   podría abocar  al fundamentalismo, y esas no son su metas.
         La Bioética  incorpora y representa las  orientaciones éticas racionales  aceptadas e  indispensables para  proteger la  dignidad propia de  toda sociedad, supuestos   suficientes (no mínimos simplemente) y sin ninguna presión o influencia   exterior, orientaciones    que  si  bien no  hayan  de ser  siempre compartidas  sirvan  de aplicación común y al interés general:   hablo  de la  denominada    ética civil,   o sea “aquella  cuya validez radica en una aceptación de la realidad una vez que ha sido sopesada,  argumentada y confrontada  con  criterios  de  racionalidad y  procedencia  y  al servicio  del interés  general”.  Esto supone  que  no podremos  sentirnos satisfechos  con  una Bioética  de mínimos  en tanto que éstos no lo sean de suficiencias  en consonancia  con los fines sociales que persigue, más aún si se tiene en cuenta el habitual  quehacer compartido o en equipo  en la  deliberación y  muy especialmente en la toma de decisiones, en los que las distintas concepciones y comportamientos éticos  de mínimos a máximos de sus   miembros podrían desbaratar los objetivos comunes perseguidos.   Para resumir, la Bioética   se exige    una actitud lo más homogénea posible  en los planos práctico y territorial, y en consecuencia  no puede    moverse  en una  banda de  oscilaciones extremas que la  someta a   vaivenes    conductales  ampliamente diferenciables y  al límite de la contradicción entre ellos: ni   ha de  quedarse en niveles bajos fácilmente influenciables y basculables hacia su insuficiencia (y con ello, impropios)  ni tampoco aspirar siempre al     comportamiento  excelente  de todos los seres humanos, sino a  la conducta digna,   ya que  la dignidad humana -aún  siendo   una utopía a cuya    consecución universal  hay que alentar- es en sí misma la elevación suficiente  de la conducta individual, y  hay que conseguir   que   llegue a serlo colectiva;   obviamente, sin que  ello   niegue ni mucho menos y hasta exija  la excelencia   como  meta personal,     profesional, etc.).              
        En definitiva, la Bioética  es  ante todo  un   instrumento civil de arbitraje entre  la   ciencia y la tecnología,  de un lado, y  la comunidad humana  de la que  son  patrimonio,  por el otro. Es una  cadena de  entendimiento   y voluntades relativamente  eficaz,  en la que no  es infrecuente que   fallemos, al no cuidarla   o   al malversarla  con  polémicas  artificiosas  e improductivas; así que, admitiendo que   no   es la panacea para    lograr   siempre el equilibrio razonable para la solución de aquellos problemas,  es  consecuente que la sociedad  se    provea en ocasiones    de  normas   legales   o bioleyes   y acuda al   derecho ("el conjunto de principios, preceptos y reglas a que están sometidas las relaciones humanas en toda sociedad civil, y a cuya observación pueden los ciudadanos ser compelidos por la fuerza") para  resolverlos. Así las cosas,   es preciso   afirmar que no  hay  “problemas de la Bioética”, sino problemas  causados por las aplicaciones  de la biología,  la medicina o las  bioindustrias, los daños al medio ambiente, la calidad de la  alimentación,  el uso y consumo etc.,  sobre los que la Bioética reflexiona y ha de dar respuestas concretas y positivas.                          
         Aquí y allá, con mayor o menor incidencia pero en todos los lugares de la Tierra, se habla, se escribe, se delibera, se debate en los ámbitos públicos, privados, científicos y académicos sobre las connotaciones éticas de las biotecnologías, hasta el punto que se ha ido instalando paulatinamente una verdadera Cultura Bioética,  que  implica una  rigurosa y  objetiva valoración, libre  de  metas  y   apriorismos inducidos, sobre  el  progreso biotecnológico    -lo  que necesariamente  exige determinar  el significado  auténtico del  "progreso" desde  perspectivas positivas para la humanidad-, y hacer  efectivas cuantas medidas de protección  y vigilancia sean   exigibles para que los  avances científico- técnicos sirvan  al  hombre  y  no  le dañen,  sin que   sean  bloqueados  arbitrariamente. Porque si cierto  es que tales avances  suscitan un fundado  recelo, no lo  es menos que ofrecen ya  algunas realidades muy favorables al  bienestar   humano, si  se   utilizan  con  racionalidad   y  sin egoísmo. Tales  pueden   ser, -y  se   cita  este  ejemplo   por  su trascendencia al afectar al hambre que azota a millones de seres y a las necesidades alimenticias futuras  en un Planeta  que desertizamos y contaminamos progresivamente, con    seis   mil millones de personas  y cuya demografía  crece constantemente,  las relativas  la industria  alimentaria. En la agricultura, la   biotecnología  permite   la  creación   de  plantas  resistentes  a las  plagas,  y  su mejor  adaptación  al terreno  de  cultivo y  a las  temperaturas extremas, así  como la  producción de frutos,  cereales  etc., en  mayor   cantidad  y  con  mejor  calidad nutricional; también propicia la conversión en alimenticias de plantas  que no lo  son, eliminando sus toxinas o modificándolas,  como es el caso  respectivamente  de la  hoja  del  tabaco y  ciertas  algas; la  captación del  nitrógeno por los  vegetales sigue siendo  todavía un asunto pendiente fundamental que  ampliará las posibilidades.  En la ganadería, se busca la producción  de carnes más ricas en contenidos alimenticios  y  pobres  en   grasas, así  como  animales  de  rápido crecimiento  y protegidos  contra  enfermedades. Estas actuaciones  y otras  muchas  de  la  biotecnología, si el  ser  humano  quiere  ser merecedor de la  dignidad que se atribuye, han de  tener por destinataria    a la humanidad entera, beneficiándola sin exclusiones, y al mundo en que vive. 


                                          
         Si las ventajas de la biotecnología son innegables, cuando se  ponen racionalmente sus resultados  y beneficios al servicio del bienestar individual y  general, no es menos cierto que también   tienen, la  ingeniería genética  mas aún   que  otras biotécnicas, su cara preocupante y  hasta rechazable, la amenaza de allanar la intimidad  más profunda del ser  humano, y de dañar  sus derechos fundamentales, en  definitiva su  existencia, su  dignidad y  su libertad,  por el  presente o  lastrando desfavorablemente  a futuras generaciones. Las  manipulaciones arbitrarias, son  un ejemplo  de lo que podrían  ser sus graves consecuencias. De  ahí que el uso  de algunos conocimientos ligados a la biotecnología, generen la necesidad ineludible de dar respuesta a cuestiones y a problemas sobrecargados de   interrogantes  éticos, sociales   y   legales   relacionados estrechamente con el  ejercicio de aquellos derechos  y libertades.
        De un lado, en lo concerniente a  las personas,  a la humanidad que constituyen, y  a la Tierra en que  habita y le da la vida; por otro, al entender  la ciencia y la tecnología como un patrimonio de la humanidad. Tales se establecen en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), en el Convenio Europeo para la Protección de  los Derechos  Humanos y las  Libertades Fundamentales (1950), en la Carta Social Europea  (1961), en el Pacto Internacional de  Derechos  Civiles y  Políticos  (1966), en la Convención de Asturias (Consejo de Europa, 1997) sobre Derechos humanos y Biomedicina, así  como en    otros Acuerdos, Convenciones  y Pactos Internacionales.  Así  pues, el  equilibrio  preciso para  armonizar dichos  supuestos, obliga  necesariamente  a  que   no  se  lesionen  los  derechos  fundamentales  de las  personas, ni  se genere  un bloqueo  injustificado de  la ciencia  y la  tecnología. Esas exigencias  solo podrán  hacerse  realidad  desde  el  cumplimiento  efectivo  de  principios  específicos y universales, de entre ellos:        
        - el respeto a la vida de las personas, a  su seguridad   y a su protección contra  tratos inhumanos, crueles  o degradantes, sean aquellos físicos, psíquicos o morales.  
        - la autodeterminación, y la responsabilidad de las personas para decidir, con los únicos límites al ejercicio de la libertad a que la Declaración de Derechos Humanos (artículo 29)  y la Constitución (artículo 53 y otros) hacen referenci                        
        - la no discriminación a ningún efecto social, médico, laboral,  contractual etc.            
        - el consentimiento informado y previo a cada actuación, sin  ccionante o inducción alguna, con especial atención  a los derechos de los incapaces jurídicos (menores, etc.)   
        - el derecho a la intimidad, y en especial  sobre los datos genéticos individuales, que implica tanto el derecho del  afectado a saber como a "no saber".                        
        - el respeto al patrimonio genético individual, que no puede ser manipulado  ni modificado en perjuicio  de las personas  ni de su descendencia, ni para seleccionar a los individuos o las razas    
        - el rechazo de la  biotecnología con fines abusivos, exterminadores, bélicos etc.    

       Los avances de la biotecnología, y en especial de la biología molecular,  han aportado una enorme y nueva dimensión en    el estudio de los seres vivos, con repercusiones que de un modo u otro afectan a esferas sociales de muy variado matiz y a las que la ni la ciencia ni la tecnología pueden sustraerse.   
         El  caso es que   la Biotecnología se viene desarrollando y consolidando con gran rapidez, y   nacen numerosas empresas     con  grandes inversiones  económicas   y  considerable incremento de la  investigación.  Asistimos  a una auténtica revolución  biológica e industrial,  en la  que   se utilizan frecuentemente recursos confluyentes (de empresas privadas,  generalmente multinacionales,  de Universidades o de los Estados), movilizadores  de un complejísimo mundo tecnológico y un poderoso mercado  en  campos varios como la industria en general, medicina,  la farmacia,   la alimentación, el medio ambiente etc.. En consecuencia, la Biotecnología es un poder.
       La ciencia y la técnica, se ha repetido  hasta la saciedad, no son en sí mismas buenas ni malas; serán calificadas según cómo se usen, los fines que persigan y las  consecuencias que puedan deparar. De modo que     desde la Bioética  se ha de tener  la lucidez precisa  para establecer con madurez cuanto sea posible,  y    ser capaz  de orientar   las actuaciones en un momento determinado sin resabios ni formulaciones  interesadas; se deberá asimismo reflexionar profundamente sobre como repercuten las decisiones o sugerencias de unos sobre otros individuos, para  lo cual   resultará muy valioso introducir en la reflexión  elementos pragmáticos; también se habrá de valorar, si  pone   objeciones a  algún aspecto  de la ciencia y    las tecnologías, hasta qué punto son aquellas  suficientes para negar a las personas que  no las  comparten, la  posibilidad de  utilizarlas; igualmente se estimulara   al  derecho a la prudencia  y  al necesario     dinamismo y agilidad  para dar su  respuesta válida  y puntual,  sin ir a remolque y a distancia o alejarse de la realidad social

       Recorrimos el trayecto  evolutivo desde los ancestros (con la producción de lascas como primera cultura) hasta el apabullante universo científico y tecnológico que  nos toca  vivir  -tan  a  menudo  escenificado  en  el sensacionalismo,  los fabulosos intereses  comerciales,  el  fanatismo, el  egoísmo  y  la ignorancia-, con  sus sombras  y luces -poder  y sumisión, progreso y miseria-, para  ser la inmensa mayoría víctimas sin hogar, salud, escuela, ocupación ni paz, y confortados  e insensibles verdugos el resto.
       Estamos a tiempo y disponemos de capacidades y medios de cambiar  el rumbo y dirigirnos  por otro verdaderamente humano y  solidario.  Porque junto a  las lacras señaladas hemos acopiado, muy  recientemente y tras reivindicaciones y luchas  sociales  perseverantes,  instrumentos  de  convivencia y valores  -desgraciadamente no siempre atendidos- que  deben ser  el caldo  de cultivo  en que  enmarcar la convivencia pacífica, y en ella la ciencia y la tecnología,  evitando su conversión en nuevos becerros de oro  y dioses arbitrarios.  En la  dignidad y los derechos humanos de ella emanados, la democracia, la Bioética y en el  caso preciso las  normas legales justas, deben  situarse los  conocimientos para ponerlos al  servicio del hombre  y la humanidad, y  no al revés.






 Nota: Este artículo refleja en parte  criterios ya expresados o publicados por el autor, ya sea en algunas  publicaciones  (Comités éticos e investigación clínica. Public. del Ministerio de Sanidad y Consumo, Monografía “Ensayos clínicos en España (1982-1988)”, 1990, Madrid; Legislación y diagnóstico prenatal. Actas del Curso de  verano de San Roque (13º curso). Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz, 1992; Ley de Reproducción asistida. Genes y técnicas. Bioética. El libro de la Sexualidad (Capitulo 22),  Diario El País, marzo de 1992. La asistencia hospitalaria desde perspectivas éticolegales.  Publicación de la Fundació Narcis Munturiol. Universidad de Verano de Cataluña. Sitges,  1993; La llei espanyola de reprodució asistida. Publicaciones de la Generalitat de Catalunya. Barcelona, 1994; Los avances de Biotecnología: cuestiones de impacto social. Actas del  15º Curso  de Verano de  San Roque. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1994; Bioética y Sociedad. Revista TEMAS, nº 8, julio de 1995,  Madrid; La Convención de Asturias de Bioética y la Salud. Publicaciones del GABIOTEC (Gabinete de Biotecnología), noviembre 1998, Madrid;   Clonación y Etica. Revista  Tiempo, julio 1999, Madrid; Un siglo para la actividad bioética, Revista Temas,  agosto-setiembre 1999, Madrid; Consideraciones sobre la Bioética, Revista SIBI nº 4, Sociedad Internacional de Bioética, junio 2000, Gijón;  Bioética práctica para el siglo XXI, libro Bioética 2000, Ediciones Nobel, junio 2000, Oviedo;  A ciência e a tecnología como bens sociais, Revista Humanidades (Cultura e Cidadania) nº 1,  janeiro 2001, Lisboa, Portugal) o   conferencias (Cómo democratizar el proceso de decisión bioética; Encuentro internacional del “Grupo de Milazzo”, 20-23.9.91, Sicilia, Italia; Etica civil y ética confesional. Universidad de Belaterra, Facultad de Derecho, 8.10.95, Barcelona; Bioética, ley, sociedad, UNED, 26.1.96. Madrid; Construir la Bioética. Hospital Central de Asturias, 27.11.97;  Bioética: la libertad desde la perspectiva del médico. Fundación Grifols, 10.12. 98, Barcelona; Aspectos éticos, sociales y legales  de la  Clonación de células humanas Fundación III Milenio, 4.12.98, Valencia;  Bioética y tecnologías genéticas. Curso de verano de la Universidad Antonio Machado, Baeza, Jaén, 1999; Consideraciones sobre la Bioética, I Encuentro Internacional sobre Libertad y situaciones de riesgo de la Generalitat Valenciana, octubre 1999; Aspectos  bioéticos del envejecimiento. Sociedad Española de Geriatr'eda,  24.11.00, Oviedo; La cultura Bioética: Discurso inaugural de la  Conferencia Internacional  de la UNESCO sobre “Ética, Propiedad Intelectual y Genética”, 30.1.01, París, Francia;   La Bioética en el Siglo XXI, Congresos Venezolano e Iberoamericano de Bioética, Universidad Católica Andrés Bello, 6-9.2.01, Caracas, Venezuela;  La Cultura Bioética: las biotecnologías como  bienes sociales,  Fundación Calouste Gulbenkian,  13.4.O1, Lisboa).  



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