Revista Digital de Ciencias Bezmiliana ISSN:1989-497X

 

 

Cómo el cine presenta y (mal)trata a la ciencia

Un repaso a los diferentes géneros y subgéneros cinematográficos puede ayudarnos a ver su conexión (o desconexión, sería más adecuado) con la ciencia. Para empezar, el cine histórico, representado por los peplum, western y películas de guerra, en general, no destaca, precisamente, por su fidelidad histórica. Grandes producciones actuales premiadas, como Gladiator (2000, R. Scott) siguen incurriendo en errores, ucronías, falsedades históricas, cuando no, en la más pura tergiversación interesada, que causarían sonrojo a cualquier estudiante avispado de secundaria. En comparación, el Espartaco (1960, S. Kubrick) resulta bastante más fiel a la verdad histórica. Puede decirse, que el marco histórico no pasa de ser un decorado exótico donde se desarrolla la acción. Madame Curie

 

Las biografías de científicos (bio-pics) constituyen también un campo al que se recurre en tiempos de escasez de héroes e ídolos de la ficción. Ahí están, por ejemplo, las narraciones noveladas de las vidas de científicos famosos: Madame Curie (1944, M. Le Roy), Freud, pasión secreta (1962, J. Huston). O la más reciente, Una mente maravillosa (2001, R. Howard), acerca de la vida del matemático J. F. Nash, premio Nobel de Economía, donde se ha eliminado la parte más escabrosa de su azarosa vida. Predomina el relato épico, donde se describe el ascenso del personaje con especial énfasis en el individualismo. Es la entronización del hombre que se ha hecho a sí mismo (self made man ), típico de la ideología capitalista.

En cambio, en el campo de la antropología, podemos encontrar obras significativas. Gracias, quizás, al asesoramiento de antropólogos y entendidos, existen filmes que, sin renunciar a las dosis de imaginación y las peculiaridades del medio cinematográfico, son de notable factura. Sería el caso de En busca del fuego (1981, J.-J. Annaud), donde el conocido antropólogo D. Morris es el responsable de la creación de un lenguaje gutural y gestual plausible. Y El pequeño salvaje (1969, F. Truffaut) o Gorilas en la niebla (1988, M. Apted).

Sin lugar a dudas, es en el género de ciencia ficción2 donde confluyen, por lo menos aparentemente, ciencia y cine. No en vano, como el propio cine, se trata de un género narrativo moderno y como éste está estrechamente vinculado con la tecnociencia. Veamos, a continuación, algunos de los temas más comunes con ejemplos de filmes emblemáticos.

  1. El peligro tecnológico. No es exclusivo de la ciencia ficción, aunque aquí es donde más abunda:

  • El hotel eléctrico (1908, S. de Chomón). Alerta sobre el mal uso de una tecnología incipiente: la electricidad.

  • Tiempos ModernosTiempos modernos (1935, Ch. Chaplin). Crítica amarga y desconfianza en el progreso.

  • Mi tío (1958, J.Tati). Una visión simpática pero crítica acerca del avance tecnológico.

  • Naves misteriosas (D. Trumbull, 1972). Uno de los primeros filmes sobre ecologismo militante trasladado a un entorno espacial.

  • El síndrome de China (J. Bridges, 1979). Film denuncia sobre los peligros de las centrales nucleares.

  1. El cine de catásfrofes (disaster movies). Siempre ha existido, pero como subgénero nace con Aeropuerto (1970, G. Seaton). Se puede dividir, a su vez, en función de su origen:

  • naturales: Terremoto (1974, M. Robson); El coloso en llamas (1974, J. Guillermin); Twister (1996, J. de Bont); Volcano (1997, M. Jackaon); Un pueblo llamado Dante’s Peak (1997, R. Donaldson).

  • artificiales: El puente de Cassandra (1977, G. Pan Cosmatos); El día después (1983, N. Meyer); Lluvia negra (1989, K. Ame); Estallido (1994,W. Petersen); Titanic (1997, J. Cameron).

  • amenaza del exterior:

  • Meteoro (1979, R. Neame); Armageddon (1998, M. Bay); Deep Impact (1998, M. Leder).

  • invasiones extraterrestres: La amenaza de Andrómeda (1971, R. Wise); Mars attacks! (1996, T. Burton); Independece Day (1996, R. Emmerich).

El requisito imprescindible es la existencia de supervivientes que logran finalmente salvarse gracias al uso de la intuición (y la suerte) y la cabezonería del líder. En general, la ciencia alerta o previene de la inminencia de la catástrofe (natural) pero nada puede hacer y, en algunos casos, es su causa (virus; contaminación radiactiva). En suma, la ciencia o no sirve o puede resultar peligrosa.

  1. Utopías y distopías. Dan más juego las visiones apocalípticas del futuro:

  • Dictaduras tecnocráticas: THX 1138 (1970, G. Lucas); 1984 (1984, M. Radford); Brazil (1985, T. Gilliam).

  • Hecatombe (nuclear, III Guerra mundial) que diezma a la humanidad y conlleva un retorno a la vida primitiva (o casi): Mad Max (1979, G. Miller); Waterworld (1995, K. Costner).

  • Superpoblación. Actualmente, en desuso pero argumento popular en los años 70. Soluciones radicales: Soylent Green. Cuando el destino nos alcance (1973, R. Fleischer): la eutanasia obligatoria entra en la cadena alimenticia; La fuga de Logan (1976, M. Anderson): eutanasia forzosa.

  • Mundos virtuales y otros.

  • Más siniestros que maravillosos: Tron (1982); El cortador de césped (1992, B. Leonard); Virtuosity (1995, B. Leonard); Johnny Mnemonic (1995, R. Longo).

  • La televisión en directo: La décima víctima (E. Petri, 1965); La muerte en directo (1979, B. Tavernier); El show de Truman (1998, P. Weir).

  • Robots (androides). Versión moderna de la larga tradición de criaturas creadas a imagen y semejanza del hombre.

  • Miedo ancestral a un futuro dominado por las máquinas no superado: Terminator (1984, J. Cameron), Matrix (1999, A. y L. Wachowski).

  • Esclavo mecánico que se rebela: Almas de metal (1973, M. Chichton); Cortocircuito (1986, J. Badham); Juegos de guerra (1983, J. Badham): programa informático rebelde.

 

  • Sentimientos: Blade Runner (1982, R. Scott); El hombre del bicentenario (1999, Ch. Columbus).Blasde Runner

En el cine, el robot aparece, casi siempre, como amenazador y peligroso. Por el contrario, en la literatura predomina la confianza absoluta en sus posibilidades y la colaboración con los humanos, producto, quizás, de la influencia de las Leyes de la robótica, introducidas por Asimov (1941).

 

En resumen, la tecnociencia está presente pero no es más que un instrumento para el control de las masas o individuos y su uso tiene un componente marcadamente malévolo.

 



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