¿Por qué nos fascinan los monstruos? ¿Por qué se nos va, casi si quererlo, la mirada y la atención a su amenazante aspecto? Ni siquiera hace falta que la amenaza sea real sino sólo que sea imaginada para que ansiemos saber sobre estos monstruos tan terroríficos. No sabemos si será por una elemental estrategia evolutiva, proyectada en este caso hacia el Jurásico, pero está claro que los dinosaurios se han convertido en un icono grabado ya a fuego en nuestro insconciente. Ahora ha aparecido el fósil de uno de estos bichitos que era lo más parecido a un tanque acorazado que ha producido la Naturaleza: Tatankacephalus cooneyorum es su nombre científico.

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Artículo original: Bulletin of the Buffalo Society of Natural Sciences