Decía Einstein que sólo había dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana y que de lo primero no estaba seguro. Si aún le hubiera quedado algún resquicio de duda sobre lo segundo debería de haber conocido la historia de las pulseritas Power Balance. Las pulseras holográficas, cuyos hologramas deben de ser muy diferentes de los de la tarjeta Visa (¡esa sí que proporciona equilibrio!), han alcanzado cifras de ventas astronómicas y la primera pregunta que nos viene a la cabeza es: ¿de dónde ha salido tanta gente con problemas de equilibrio? Caminábamos por la calle y la gente iba erguida, sin caerse, pero por lo visto lo conseguían con un notable esfuerzo interior que no notábamos los equilibrados.

En fin dejamos el sarcasmo que se merece esta, en el fondo, triste historia sobre nuestra necesidad de creer en cosas increíbles, para informar sobre el primer estudio serio con una correcta metodología, es decir con un gran grupo (los casos únicos dan para todo) y con una distribución doble ciego de pulseras holográficas y otras a las que se les había quitado el mágico principio activo. La conclusión es clara: tomadura de pelo completa y sin paliativos.

Más información sobre el estudio en: El País