No somos tan ingenuos como para pensar que toda la sociedad española está absuelta del pecado de su sistema educativo pero a veces también los grandes objetivos empiezan por arriba. Si nuestra meta es una educación eficiente, tan alejada de los prejuicios ideológicos como de la estrechez de miras en sus concepciones, con un amplio consenso social y un modelo protegido de los vaivenes de la dinámica electoral, en la que tanto el mérito individual como el apoyo a los que lo necesitan fueran contemplados y valorados, lejos de supuestas polaridades aparentemente excluyentes como la que a veces se plantea entre la defensa del esfuerzo y la integración de aquellos que parten con desventajas en la carrera social, que tienda a una mejora real y no al maquillaje y a la mercadotecnia de raíz política, si de verdad quisiéramos algo así, alguien con la lucidez, el conocimiento y el compromiso de José Antonio Marina ya debería estar dirigiendo los esfuerzos para conseguirlo.

Por si no lo conocías dejamos enlazada una entrevista publicada hoy por el diario Sur de Málaga en la que este filósofo expone que aún cree en la posibilidad de mejorar la educación en nuestro país. Ojalá una sociedad madura, más allá de la partitocracia, le otorgara el poder suficiente para poder intentarlo.