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En la ciudad manchega de Puertollano se están construyendo las instalaciones de Isfoc, un nuevo centro tecnológico de energía solar para la investigación y experimentación cercanas al mercado. En la ciudad universitaria madrileña, un panel solar que sobresale por su gran tamaño, instalado sobre un soporte, sigue el Sol incansablemente. En Talayuela (Cáceres) ha surgido todo un bosque de estos paneles, una planta solar piloto. Son tres ejemplos de que la energía fotovoltaica de concentración, la última ola en energía solar, empieza en España, al igual que en otros países, a tomar tierra desde el espacio. Su base son las células solares, complejas y muy caras, que se utilizan desde hace bastantes años en los paneles de satélites y naves espaciales. En su mayor parte son células llamadas de multiunión y basadas en elementos semiconductores como el arseniuro de galio, en vez de en el tradicional silicio. Consiguen aprovechamientos de hasta el 40%, y en la Tierra, dado su elevado precio, se montan con una lupa, que concentra la radiación solar y permite aprovecharla mucho mejor de lo que lo hacen los paneles solares tradicionales, que tienen una eficiencia de entre el 12% y el 20%.

Autora: Malen Ruiz de Elvira.

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