Revista Digital de Ciencias Bezmiliana ISSN:1989-497X

HISTORIAS DE UN SUPERVIVIENTE

 

ANDRÉS PODADERA SORIANO

 

GANADOR DEL I CERTAMEN DE RELATOS DE CIENCIA FICCIÓN ORGANIZADO POR EL CLUB CIENTÍFICO BEZMILIANA EN LA CATEGORÍA DE SEGUNDO CICLO DE SECUNDARIA

Me llamo Bishop  y soy el único superviviente de la división que fue a la nave Sharkat18. La historia que os voy a contar a continuación es inaudita y podéis no creerme, sin embargo lo aquí escrito es solamente la verdad, nada más.Era un día del año  3113, concretamente sábado,  y yo me encontraba en el grupo de ingenieros y médicos que participa en la reparación y rescate de las naves que se van de órbita y buscar las que, por alguna causa, acaban por desaparecer.Al poco tiempo de entrar en mi turno nos llegó una alarma de alerta x2, una nave extraviada y hacía tiempo perdida apareció en los radares, se trataba de una nave de un modelo antiguo de hace unos dos o tres años.  La nave no emitía ninguna señal de radio pero los radares infrarrojos detectaron formas de calor dentro, por lo que deducimos que había alguna forma de vida en su interior.Así nos tocó a nosotros, la 13º división de rescate y reparación,  ir a explorar la nave. Nos pusimos en camino  y al poco tiempo de salir del interespacio , por el cual nos transportamos a cualquier punto del espacio al instante, la divisamos en la lejanía;  era una nave de apariencia normal: casco de acero algo oxidado por la antigüedad, motor modelo stalker1… Extrañamente este era el modelo nuevo de la marca Maurus speedspace lo cual no encajaba con el aspecto de una nave de mercancías, por lo que llegamos a la conclusión de que era una nave de traficantes o contrabandistas, pues en ellos, era usual el uso de motores rápidos. La nave, se mantuvo estática, pudo escapar de nosotros metiéndose en el interespacio, y sin embargo se mantuvo inmóvil, flotando en la inmensidad del espacio.Llegamos al trasbordador y nos acoplamos a ella, bajamos lentamente por el puente que acoplaba las dos naves con los trajes enfundados. Allí, un silencio sepulcral y la oscuridad se hacían dueños de todo y nosotros lentamente avanzábamos, en busca de alguien o algo, y mientras  caminábamos las tinieblas nos engulleron. Pasamos más de treinta minutos sin alteraciones, todo se mantenía en silencio, todo era oscuridad, seguimos caminando hacia la sala de máquinas para poder reestablecer, si fuera posible, la corriente eléctrica. Pasando por el pasillo central de repente escuchamos un grito en la lejanía, un grito de horror y terror, un grito muy humano. Faltaba uno de nosotros, ahora éramos solo dos y alguien o algo estaba devorando a nuestro compañero, se escuchaban sus gritos de agonía y nosotros petrificados por el terror de su presencia en esa nave, tardamos en reaccionar. Salimos corriendo hacia la zona de donde procedían, cada vez más sordos, y al final después de un último alarido, los gritos cesaron. Continuamos corriendo hacia allí con la esperanza de que no fuese sino un superviviente el devorado y no nuestro camarada, de repente escuchamos algo correr detrás nuestra, jadeaba de un modo extraño, eufórico y nada parecido a la respiración agitada de un humano.  Aterrorizados por el sonido comenzamos a correr mas deprisa, pero aun seguíamos escuchando a aquella cosa perseguirnos, entonces dio un salto lanzándose encima de mi compañero y empezó a devorarlo, sin importarle mi presencia. Es cuando  pude ver a aquel extraño ser y esa visión tan  espantosa no se me olvidará jamás: tenia una apariencia humana, se diferenciaban claramente las piernas y los brazos y la zona en la que antaño pudo ser la cabeza, pero presentaba unos tentáculos que salían de su espalda, miraban a todas direcciones y se agitaban nerviosamente esperando un trozo de carne en la cual pudiesen clavarse. En la boca o lo que parecía ser esta tenía un montón de pequeños filamentos con una punta luminosa, los cuales se introducían lentamente en la carne, además de dos filas de afilados dientes que desgarraban todo cuanto tocaban. Miré atónito la escena mientras aquel monstruo devoraba a mi último compañero, me quede petrificado, impotente y sin saber que debía hacer, al final cuando mi compañero yacía ya muerto eché a correr, maldiciendo mi gran estupidez.Seguí corriendo sin rumbo fijo, queriendo escapar por un instante de la realidad, luego con mis nervios ya templados decidí ir hacia la sala de máquinas tropezando cada dos por tres con cualquier cosa que estuviese esparcida por el suelo ya que seguía sumergido en una oscuridad impenetrable, en la cual solo veía a través de la tenue luz que emitía el controlador de oxígeno. Tras un rato, me paré jadeando al lado de la puerta que daba a la sala de máquinas, mientras escuchaba a lo lejos los escalofriantes aullidos de las criaturas, en lo que parecía ser su peculiar lenguaje. Y armado sólo con una sierra de plasma, que utilizábamos para cortar tuberías y placas de hierro, entré en la habitación, era una estancia relativamente pequeña desde donde se controlaba el funcionamiento del motor y los escudos y armas de la nave. Me dirigí rápidamente  hacia el cuadro eléctrico e intenté, en vano, arreglarlo. Tras varios intentos conseguí que se restableciera la corriente y al hacerlo no pude sino observar la macabra escena, había sangre dispersa en todas direcciones empapando las paredes e incluso el techo, y un par de cuerpos totalmente mutilados en el suelo. Decidí que tendría que volver a la nave y regresar a Terra.Salí de la habitación y la escena allí expuesta era todavía más macabra, había sangre por todos sitios y me di cuenta de que con aquello con lo que  tropecé no eran sino los cuerpos de los tripulantes. Me dirigí lentamente hacia mi nave siguiendo las instrucciones de mi GPS, andaba lentamente intentando no hacer ruido para no alterar a los seres que acechantes esperaban mi llegada, seguí caminando hasta que me topé con una de esas criaturas horrendas,  me miraba con una expresión divertida o curiosa mientras todos sus tentáculos me apuntaban, después todo ocurrió muy deprisa, desenfundé mi sierra y la mantuve en guardia hasta que el monstruo se  acercó, entonces le asesté dos tajadas cortándole un brazo y dos de sus tentáculos, el horrible ser propino un grito de dolor que me penetró por la oreja destrozándome el tímpano. Tras ese instante 3 más de ellos me rodearon, luché por defenderme de sus ataques cortando dos o tres tentáculos más, hasta que me dieron un golpe con uno de ellos, el cual me derribo estampándome contra una de las paredes, milagrosamente sobreviví pero ya sin la sierra en la  mano pensé que no duraría mucho más, intente cogerla, correr hacia ella, pero me fue imposible. Uno de ellos se abalanzó sobre mi tirándome al suelo y presionándome contra él con sus fuertes brazos, tenía su cara muy cerca de la mía y observe como los filamentos de su boca comenzaban a salir de ella teniéndome a mi como objetivo, intenté salir de su presa, en vano, los filamentos se empezaron a hundirse lentamente en mi piel, sentí la presión y el  dolor inaguantable, la agonía no cesaba y cada vez penetraban mas al interior de mi cuerpo, a esto se le unieron los otros dos que me habían  atacado, sumándose a mi tortura. Empecé a marearme seguramente por la perdida de sangre, lo veía todo borroso. De repente escuche una voz más bien humana –¡A ellos!-decían, sentí como los monstruos despegaban rápidamente sus bocas de mí lo que provocó una punzada de dolor que se sumaba a mi agonía. Escuché, dentro de mi delirio, unos disparos y gritos humanos de terror y escuché el fragor del combate -¡vamos, vamos!-decían, vi como dos figuras se acercaban a mi, nada parecidas a la de los seres que tanto me aterrorizaban, sino dos formas humanas. - Sigue vivo? -dijo uno de ellos con una voz grave, masculina- .- Si, vamos a llevarlo a la nave y lo devolveremos a su planeta-contestó el otro-.Trajeron una especie de camilla para moverme la cual levitaba sobre el suelo, cuando        consiguieron levantarme sentí un dolor punzante, penetrante y me desmayé, el sufrimiento había terminado y desde la nada donde me encontré todo ese tiempo le di gracias a dios.Me desperté sin tener razón sobre el día o el año en el que estaba y le conté mi historia al primer médico que vi, por supuesto no me creyó, ni él ni los que vinieron tras él. Era 1971 y de lo que me ocurrió hacia ya 30 años, me he tirado en el hospital psiquiátrico la mitad de mi vida alegando historias tan ciertas como esta, y la gente sigue poniendo en duda mi cordura.

Ahora solo me queda cerrar los ojos y esperar que llegue el fin de mis días.

 

 

Andrés Podadera Soriano es alumno de 4º de E.S.O. en el I.E.S. Bezmiliana



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