Revista Digital de Ciencias Bezmiliana ISSN:1989-497X

UN ROBOT EN MI CASA

 

PEDRO PÉREZ PEREA

 

GANADOR DEL I CERTAMEN DE RELATOS DE CIENCIA FICCIÓN ORGANIZADO POR EL CLUB CIENTÍFICO BEZMILIANA EN LA CATEGORÍA DE PRIMER CICLO DE SECUNDARIA

Era un cielo gris, raro en esta época del año, algún rayo de sol iluminaba los altos edificios de la ciudad. Los coches  y los chicos en sus skates-board no hacían mucho ruido…Un día cualquiera …aunque con un ligero cambio…era mi cumpleaños.Bajé medio dormido desde mi cuarto hasta el comedor por las escaleras de casa. Llegué al salón y lo atravesé. Allí estaba mi hermana Almudena con Flafy en sus brazos. Pedí a mi hermana al conejo, sin embargo, Flafy saltó de un golpe al ver llegar a mamá. Me miró con cariño mientras tomaba en brazos a Flafy.-Felicidades hijo-La miré con una sonrisa al ver que no se había olvidado de la fecha porque para despistadas…hay que darle un premio.Me dirigí a Almudena esperando una felicitación o un abrazo pero lo más que me dio fue un guiño con el ojo un y una pequeña sonrisa.Cuando se despertó papá me dieron los regalos. Todos me gustaron mucho, sobre todo el videojuego que tanto esperaba.Poco después me vestí y me fui a dar una vuelta por la ciudad hasta que Almudena me llamó por la ventana.-¡Tony, vuelve pronto, sabes que a papá no le gusta que te pases tanto tiempo fuera!- Le encantaba decirme eso para fastidiarme.Iba caminando por las calles de la urbanización donde vivía, hasta que, de repente, pisé algo. Levanté el pie y vi un pequeño juguete, una especie de robot del tamaño de mi dedo pulgar. Yo soy una persona que le encantan coger cosas del suelo y luego utilizarlas de nuevo así que me lo metí en el bolsillo y seguí paseando. Pasaron 2 horas mientras caminaba y, cuando me di cuenta, salí corriendo hacia casa.Cuando llegué me esperaba una regañina de papá pero no fue así. No había nadie y sobre la mesa había una nota que decía:“Hemos ido al centro comercial a comprar unas cosillas. Volveremos a la hora de comer”.Aproveché para jugar al Pokémon, videojuego que me habían regalado por mi cumpleaños. Mientras jugaba me acordé del robot de juguete que encontré, metí la mano en el bolsillo pero no encontré nada. Me registré entero pero no lo tenía. No le di demasiada importancia así que seguí jugando hasta que Flafy vino corriendo a mi cuarto muy asustado.-¿Qué pasa, Flafy?-Salí a ver qué pasaba y me encontré pequeños agujeros en las macetas y pequeñas cosas tiradas. Me temía lo peor.-¡RATAS!- grité.Cuando Almudena, papá y mamá volvieron les conté lo ocurrido. A mamá y a mi hermana les dio un gran mareo y papá llamó a los exterminadores. Ayudé a incorporarse a Almu y a mamá. Les ayudé a hacer mi comida favorita: spaghetti a la boloñesa y unos filetes.La noche llegó rápido y mi cumpleaños se acababa. Me metí en mi cuarto con Flafy siguiéndome y justo en ese momento me pareció ver algo muy pequeño entrar en mi habitación después de mi conejo pero pensé que eran imaginaciones mías así que entré en mi habitación y me puse a leer un rato. Mientras leía, vi a Flafy muy inquieto y pensé que alguna rata se había colado en mi cuarto. Cogí mi raqueta de tenis y fui a comprobarlo y, de repente, algo saltó por encima de mí sin darme tiempo a reaccionar. Entonces vi como Flafy, en un salto para hacer una foto, cogía aquella cosa y aterrizaba en el suelo de forma magistral. No pude evitar aplaudirle aquel salto. Cuando me agaché a ver que era me di un golpe con la mesa  del susto que me pegué.¡Era el robot que encontré! ¡Y estaba vivo! Intenté cogerlo pero no paraba de moverse y de hacer ruidos.   Lo cogí con dificultad y lo metí dentro de la papelera y la puse al revés para examinarlo mejor. Flafy se puso nervioso y tuve que echarle del cuarto.El muñeco se sentó y se “durmió”.Llegó la noche y me acosté con Flafy a los pies de la cama, sin embargo, no pude dormirme porque… ¡un muñeco no puede vivir! Me puse a pensar y pensar hasta que tuve una gran idea.Al día siguiente decidí “cuidar” de él pero en secreto y jurándome que si empezaba a hacer cosas raras me desharía de él inmediatamente.Pasó una semana un poco nerviosa para mí porque el robot no paraba de moverse por mi cuarto y Flafy estaba para ir a un manicomio.El robot se hizo extrañamente grande y al cabo de dos semanas era del tamaño de Flafy. Mi conejo estaba desesperado y harto de que una cosa extraña invadiera su territorio. Era sábado, el día perfecto para saber algo más de lo que estaba cuidando. Lo cogí sin problema, ya que por fin me tenía confianza, y me puse a mirarlo y a toquetearlo. En ese momento Llegó Almudena. Cogí el muñeco y me lo metí en el bolsillo raudo como el viento para que no sospechara nada.-Vengo a llevarme a Flafy--Por cierto, creo que mamá te mandó que vayas a comprar al súper- me dijo en tono vacilante.Me fui precipitadamente de mi cuarto empujando a mi hermana y cerré la puerta. Salí de casa y me dirigí hacia el supermercado, algo enfadado porque sabía que mamá se lo había mandado a ella. Estaba seguro. Mientras pensaba cómo vengarme de mi hermana, algo se revolvió en mi bolsillo.-¡V-3!- Grité mientras cogía al robot del bolsillo y me preguntaba cómo había salido de mi boca aquel nombre.El muñeco parecía furioso por lo agitado que estaba. Lo acomodé en mi hombro y seguí andando. Llegué al súper y compré los filetes de salmón para almorzar.Mientras volvía hacia casa noté que la presencia de V-3 brillaba por su ausencia, entonces, me di cuenta de que no estaba. Me registré entero, miré dentro de la bolsa de la compra, inspeccioné los alrededores e incluso volví al supermercado y busqué por todo el edificio pero no encontré al robot.Me di media vuelta y volví muy triste a casa. Mamá se dio cuenta de mi depresión y me preguntó por qué tenía esa cara. Me limité a decir que un amigo estaba enfadado conmigo. Cuando entré en mi cuarto vi a Flafy, pero, nervioso, inquieto y muy atento a algo. En ese momento me di cuenta. Estaba allí. El robot que tanto quería estaba en casa. Lo encontré poco después en mi estantería mirando fijamente al cielo. Me puse a mirar para saber que es lo que intentaba ver V-3. En ese momento vi algo que algo venía desde el cielo hacia la casa ¡Era un ovni! Me quedé con la boca abierta y cuando el aparato descendió sobre mi cama supe lo que iba a pasar. V-3 se marchaba ya a casa. El robot me miró y se despidió introduciéndose en la nave. Se me saltaron algunas lágrimas mientras el ovni se iba.

Era un robot muy trabajoso pero…era un robot muy especial. Siempre lo echaré de menos.

 

 

Pedro Pérez Perea es alumno de 2º de E.S.O. en el I.E.S. Bezmiliana



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