Estamos acostumbrados a considerar a los árboles y plantas casi tan inanimados como a las rocas. Su ausencia de movimientos rápidos rebaja su calificación como ser vivo a la categoría de vida aburrida casi inerte. Aunque ¡ojo! que podemos llevarnos sorpresas. El siguiente enlace informa de varios casos en los que se ha documentado una respuesta inteligente (¡y agresiva!) como consecuencia de un ataque de herbívoros:

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