Ni con crisis económica se ha parado la tendencia creciente en las emisiones de dióxido de carbono. Cuando hace años los autollamados negacionistas del cambio climático nos recordaban, interesadamente, la obviedad de que las perspectivas de predicción que el IPCC enunciaba en sus informes eran sólo el resultado de modelos numéricos que podían ser falibles, no imaginábamos que muy pronto dispondríamos de datos para validarlas. Desde entonces se están confimando los modelos predictivos más pesimistas y un horizonte en torno a los cuatro grados de incremento medio de la temperatura este siglo va apareciendo ya con cierta claridad.

Aunque estamos cegados por el resplandor de la crisis en curso, las perspectivas de los posibles efectos desequilibrantes a todos los niveles de cifras como las citadas podrían ser los gérmenes de futuras crisis peores aún que la actual.

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