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De todos los medios de calentamiento, sin duda el más singular es la placa de inducción, donde el calor se crea directamente en el metal de la cazuela. Este prodigio es resultado de la inducción electromagnética, una de las formas más eficaces de transmitir energía sin contacto.

Situemos un trozo de cobre cerca de un imán. Podremos comprobar que no ocurre absolutamente nada. En cambio, si movemos el cobre respecto al campo magnético aparecerá en él una corriente eléctrica inducida y se calentará. Este efecto es conocido como “corrientes de Foucault” y es el origen de múltiples aplicaciones como por ejemplo las placas de inducción y los ralentizadores electromagnéticos. En concreto en las placas de inducción un campo magnético variable induce en sartenes y ollas del material apropiado corrientes eléctricas transitorias que acaban transformando su energía cinética en un calor generado, por tanto, en los propios recipientes.

Fuente: www.genciencia.com

Autor: Alfonso Jiménez