Revista Digital de Ciencias Bezmiliana ISSN:1989-497X

 

Del alquimista al idealista: seis estereotipos

 

En un estudio sobre la evolución de las representaciones del científico (desde el alquimista medieval, hasta el informático o el biogenetista moderno) en la literatura y cinematografía occidentales, Haynes (1995) ha propuesto una clasificación en seis estereotipos:

 

  • El alquimista:

 

  • Científico maníaco y obsesivo.

  • Persigue un objetivo intelectual que entraña aspectos diabólicos.

  • Reencarnación reciente: bioquímico siniestro que produce nuevas especies mediante ingeniería genética.

 

Ejemplos:5

  • Fausto (1805), de Goethe; Fausto (1926, F. W. Murnau); Dr. Herbert West (Jeffrey Combs): Reanimator (1985, S. Gordon).

 

  • El sabio despistado:

 

  • No toca de pies en el suelo.

  • Ignorante de sus responsabilidades sociales.

  • Más cómico que siniestro.

 

Ejemplos:

  • Dr. Phil Brainard (Fred MacMurray, Robin Williams): Un sabio en las nubes (1961, R. Stevenson); Flubber y el profesor chiflado (1997, L. Mayfield).

  • Dr. Julius Kelp (Jerry Lewis): El profesor chiflado (1963, J. Lewis).

  • Prof. Arquímedes Monteagudo (Carlos M. Baena): El supersabio (1948, M. M. Delgado): una de Cantinflas.

 

  • El científico romántico:

 

  • Reniega de cualquier relación y sentimientos humanos en pro de la ciencia.

  • Figura ambivalente: considerado inhumano por su deficiencia emocional pero objeto de admiración por su dedicación a la ciencia y de lástima por el precio que paga para conseguir sus objetivos.

  • El estereotipo que más ha perdurado.

 

Ejemplos:

  • Víctor Frankenstein: Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), de M. Shelley; (Colin Clive, Kenneth Branagh): El Doctor Frankenstein (1931), Frankenstein de Mary Shelley (1994).

  • Dr. Moreau: La isla del doctor Moreau (1896), de H. G. Wells; (Charles Laughton, Burt Lancaster, Marlon Brando): La isla de las almas perdidas (1933, E. C. Kenton), La isla del doctor Moreau (1977, D. Taylor; 1996, J. Frankenheimer).

  • Jack Griffin: El hombre invisible (1897), de H. G. Wells; (Claude Rains): El hombre invisible (1933, J. Whale); Dr. Sebastian Caine (Kevin Bacon): El hombre sin sombra (2000, P. Verhoeven).

  • Dr. James Xavier (Ray Milland): El hombre con rayos X en los ojos (1963, R. Corman).

 

  • El aventurero heroico:

 

  • Explorador de nuevos territorios físicos o intelectuales.

  • Carismático, excéntrico e irascible.

  • Típico de períodos de optimismo y confianza en la ciencia.

Ejemplos:

Personajes de Verne: Oliver Lindenbrook (James Mason) (Viaje al centro de la Tierra, 1864, novela; filme, 1959, H. Levin); Pierre Aronnax (Paul Lukas) (20.000 leguas de viaje submarino, 1870; filme, 1954, R. Fleischer) y de A.C. Doyle: Prof. Challenger (Wallace Beery) (El mundo perdido, 1912; filme, 1925, H. Hoyt).
  • La máquina del tiempoViajero del tiempo: La máquina del tiempo (1895), de H.G. Wells; (Rod Taylor): El tiempo en sus manos (1960, G. Pal).

  • Dr. Quatermass (Brian Donlevy): El experimento del Dr. Quatermass (1955, V. Guest).

  • Dr. Who (William Hartnell): Doctor Who (1963-1989, serie TV, S. Newman).

 

  • El científico desvalido:

 

  • Ha perdido el control sobre sus creaciones o descubrimientos.

  • Irresponsable.

  • Causante de problemas (medioambientales, etc.).

 

Ejemplos:

  • Dr. Henry Jekyll: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886), de R. L. Stevenson; (John Barrymore, Spencer Tracy, John Malkovich): El extraño caso del Dr. Jekyll (1920, J. S. Robertson; 1941, V. Flemming), Mary Reilly (1996, S. Fears).

 

  • El científico idealista:

 

  • Bueno por naturaleza.

  • Antepone valores éticos y humanos al progreso tecnológico desbocado, aunque, a veces, sus ideales le llevan a actuar contra sus semejantes.6

 

Ejemplos:

  • Dr. Alexander Thorkel (Albert Dekker): Dr. Cyclops (1940, E.B. Schoedsack).

  • Dr. Edward Morbius (Walter Pidgeon): Planeta prohibido (1956, F.M. Wilcox).

  • Lowell Freeman (Bruce Dern): Naves misteriosas (1972).

 

Como señala esta autora, la mayoría de estos estereotipos representan características negativas de los científicos, como colectivo, y, por extensión, de la propia ciencia. Un reflejo de la actitud ambigua amor-odio hacia la misma. Por un lado, la sociedad moderna depende de la tecnociencia (sus logros y avances son, a menudo, ensalzados). Pero, por otro, afloran, a menudo también, los miedos ancestrales ante el progreso («algunas cosas deben permanecer ocultas o lejos del alcance del hombre»).

 



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