Quizás una de las muchas posibles respuestas a esta pregunta sea un sencillo “para sentirnos mejor”.

Algo así parece sugerir la siguiente magnífica entrada del blog Sopa de ciencias sobre este tema. El epidemiólogo Michael Marmot lo ha demostrado con trabajadores de la Administración pública británica: la probabilidad de sufrir un infarto es inversamente proporcional al nivel de estatus profesional. Resumiendo mucho: una posición de poder tranquiliza más que inquieta. La próxima vez que escuches a alguien decir que se va a sacrificar aceptando un reto de mayor nivel de responsabilidad, mándalo… al siguiente enlace:

Sopa de ciencias: el dilema del estatus