Después de que el siglo pasado nos haya enseñado con claridad que el mero altruismo no es un motivador suficiente para fundamentar todo un sistema político y , por efecto rebote, nos hayamos pasado al extremo opuesto, a saber, que la mera búsqueda del beneficio individual  producirá por arte de magia el bien común, todo tipo de tiburones, buscadores del éxito rápido e intrascendente y enanos morales han desfilado por nuestros telediarios como si nada. El resultado hace algunos años que se está haciendo patente.

En ese panorama desalentador la generosidad de la investigadora Consuelo Guerri nos reconcilia con la esfera pública en la que ella ocupa ahora un lugar digno y ético: un ejemplo para todos que se decía antes. Ha donado el dinero de un prestigioso premio para más investigación e incluso para que sus becarios puedan continuar su labor (en la fotografía Consuelo recibiendo el premio europeo Manfred Lautenschläger).

¡Muchas gracias Consuelo, por existir!

Más información: El País