Hay que empezar matizando que no se ha creado una célula artificial, ya que, estrictamente hablando, lo sintetizado en tubo de ensayo ha sido una secuencia de ADN previamente determinada a partir de un ADN “vivo” y así vamos directos al meollo del asunto: ¿qué diferencia hay entre un ADN natural y uno sintético? A juzgar por el resultado de la inserción del sintético en otra célula y cómo éste ha comenzado a dar ordenes químicas como si tal cosa parece que ninguna. Cosa por otra parte que no nos debería sorprender, digamos esencialmente, desde el momento en que las teorías vitalistas fueron derrotadas en Química y Biología, ya hace mucho tiempo. Ahora bien, es evidente, a poco que nos pongamos a pensar, que el experimento abre muchas posibilidades tanto en el terreno tecnológico como filosófico. Por si nos cuesta pensar por nosotros mismos o no tenemos los conocimientos básicos para poder hacerlo, la ayudita del gran divulgador de la ciencia, Javier Sampedro, está disponible en el siguiente enlace.

Comentario de Javier Sampedro en El País.

Sin duda que más adelante seguiremos hablando o bien de este experimento, o bien de sus consecuencias o bien de experimentos e investigaciones que han quedado en el futuro inmediato y posible después de éste.