El fracaso invita a la reflexión pero el entusiasmo se explica a sí mismo. Cuando una actividad lo genera su presencia ya es toda una evaluación. La hace el cerebro que se entusiasma y su resultado es mucho más poderoso que cualquier medida cuantitativa que podamos inventar. Para los antiguos griegos el entusiasmo nos emparenta con lo divino. Aunque pretendemos cultivar la razón de nuestros chicos y chicas, ¿qué hay de las bases emocionales de la racionalidad? Rastreando cualquier razón encontraremos el fuego que la alimenta: la necesidad de comunicar con los demás, el asombro, la curiosidad, el estremecimiento que produce percibir la belleza oculta del mundo, la sorpresa por poder comprenderla…

Así que no vamos a dar la paliza más y esperamos que las siguientes fotos demuestren que el brillo del entusiasmo se dio un paseo entre nosotros el jueves y el viernes pasado. Para el profesorado que ha trabajado duro por este evento su vuelo entre nuestros chicos y chicas lo paga todo. ¡Muchas gracias a los que habéis colaborado para que haya sido posible!

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